Para pacientes

Facilitadores:
Médico Internista. Endocrinólogo. Diplomado en obesidad. Ricardo Mendoza G.
Lic. En Psicología. Terapeuta cognitivo conductual. Yarita Abreu.
Lic. En nutrición. Especialista en Nutrición Clínica. María Carolina González.
Lic. En Biología. Rodulfo Alvarado.


Dr. Ricardo Mendoza G.
Médico especialista en Medicina Interna, Endocrinología y Tiroidología.
Diplomado Universitario en Obesidad.
0414- 0857871
Instagram: @doc.ricardomendoza

La obesidad es una enfermedad crónica muy frecuente en Venezuela y en el mundo. Ella afecta al 32% de las mujeres y al 28% de los hombres venezolanos. Y no solo es una enfermedad de los adultos, ya que el 10% de los niños y el 14% de los adolescentes venezolanos tienen obesidad.
Las personas con obesidad sufren de secuelas psicológicas (baja autoestima, afectación de las habilidades sociales, visión distorsionada de su cuerpo, tristeza, rechazo social, etc.) y físicas (reducción de la esperanza de vida, mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, algunos tipos de cáncer, artrosis, hígado graso, gota, complicaciones durante el embarazo y el parto, mayor riesgo de dolor de espalda y las rodillas, y elevación de la mortalidad).
Las principales causas de obesidad son el entorno físico, la exposición a los alimentos, intereses económicos y políticos, la desigualdad social, el acceso limitado al conocimiento científico, rasgos característicos de la cultura, la conducta contextual, y la genética. Algunas pocas enfermedades y medicamentos, el sueño insuficiente, trastornos de la microbiota intestinal y múltiples sustancias químicas ambientales parecen jugar un papel en la génesis de la obesidad.
Los determinantes de la obesidad son sistémicos e inherentes al modo de vida moderno. Este ambiente obesogénico explica la actual pandemia de obesidad, la dificultad para la reducción del peso y la facilidad para la recuperación del peso perdido.
El primer paso en el tratamiento de la obesidad es la adopción de un estilo de vida adecuado que contribuya a la reducción y el mantenimiento del peso. Algunos trabajos publicados demuestran que con cambios exhaustivos del estilo de vida es posible reducir el 15% del peso inicial, alcanzando un peso saludable, y mantener el peso perdido durante más de un año.
Quienes se adhieren a este estilo de vida sano también tendrán un mejor nivel de salud física y mental, disminución de la mortalidad por enfermedades crónicas, y optimizarán su calidad de vida asociada a la salud.
El tratamiento médico de la obesidad también incluye un grupo muy útil, y cada vez mayor, de medicamentos. En algunos casos también se puede recurrir a la cirugía bariátrica.
El objetivo será una reducción de peso superior al 5- 10% del peso corporal. Alcanzando de este modo un peso saludable.
La primera fase de todo programa de reducción de peso es la fase de disminución de peso. Esa es la parte fácil. La segunda fase del programa es la del mantenimiento de peso. Es la más difícil y dura el resto de la vida.

- Comprender los aspectos generales de la obesidad como enfermedad crónica y su abordaje actual médico y psicológico.
- Desarrollar conocimientos y habilidades sobre el manejo nutricional de la obesidad y sus consecuencias.
- Promover el conocimiento y la práctica regular del ejercicio físico para la reducción de la masa grasa y el desarrollo de la masa muscular.
- Comprender la existencia de disparadores emocionales (emociones y conductas negativas) que favorecen la sobre alimentación y la importancia de la psicoterapia cognitiva conductual, personalizada y grupal, como una medida fundamental para el control del peso permanente.
- Adquirir las herramientas necesarias para la comprensión, y la práctica del estilo de vida terapéutico para el manejo del peso excesivo.
- Identificar la relación entre disruptores endocrinos y obesidad, y aprender a evitar los disruptores endocrinos más frecuentes.
- Ayudar a los pacientes a alcanzar un peso saludable, y a estar satisfechos con este.
- Orientar a los pacientes a desarrollar una mentalidad adecuada para la adopción de hábitos que le permitan mantener la pérdida de peso a largo plazo.

Facilitador: Dr. Ricardo Mendoza G.
Objetivos: Comprender los aspectos determinantes de la obesidad como enfermedad crónica y sus causas más frecuentes.
¿De qué hablaremos?:
- ¿Qué es la obesidad?
- ¿Cómo se si tengo obesidad?
- ¿Cuántas personas con obesidad hay en Venezuela?
- ¿Es un problema estético o de salud?
- ¿Qué es lo que me hace aumentar de peso? Determinantes o causas de la obesidad.
- ¿Cuántos sedentarios hay en Venezuela?
- ¿La tiroides es la culpable?
- ¿Los embarazos pueden contribuir a la obesidad?
- ¿Qué medicamentos hacen que aumentemos de peso?
- ¿Mi exceso de peso es debido a causas genéticas?
- ¿Cuál es el papel de la epigenética en la aparición de la obesidad?
- ¿Cuál es la velocidad con la que aumentamos de peso?
- ¿La comida rápida me engorda?
- ¿El tamaño de las porciones importa?
- Calidad vs precio…. ¿Qué escoger?
- ¿La publicidad de la industria alimentaria favorece la obesidad?
- ¿Las bebidas azucaradas me engordan?
- ¿El sedentarismo produce obesidad?
- ¿Dormir pocas horas puede contribuir a la obesidad?
- ¿Hay razones emocionales para el aumento de peso?
- ¿Las alteraciones de la flora intestinal pueden hacer que aumente de peso?
- ¿Puede existir una relación entre las sustancias químicas del ambiente y el aumento del peso?
- ¿Qué son los alimentos ultra procesados (UPF) y qué papel juegan en la pandemia de obesidad?
- ¿Cuáles son las Políticas públicas para la prevención de la obesidad?
- ¿Qué debo hacer para no aumentar de peso?

Según la Organización Mundial de la Salud, el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud. Un índice de masa corporal (IMC) superior a 25 se considera sobrepeso y superior a 30, obesidad. El problema ha alcanzado proporciones epidémicas: en 2017, más de 4 millones de personas murieron cada año como resultado del sobrepeso o la obesidad, según la carga mundial de morbilidad (WHO).
El sobrepeso y la obesidad, que alguna vez se consideraron un problema sólo en los países de ingresos altos, ahora están aumentando dramáticamente en los países de ingresos bajos y medianos, particularmente en los entornos urbanos. La gran mayoría de los niños con sobrepeso u obesidad viven en países en vías de desarrollo, donde la tasa de aumento ha sido más de un 30% mayor que la de los países desarrollados (WHO).
Los niños que tienen exceso de peso tienen un riesgo elevado de ser adultos con sobrepeso. Los niños de 2 a 5 años de edad con sobrepeso (IMC ≥ p95) tienen más de 4 veces la probabilidad de ser adultos con exceso de peso. La mayoría de los niños con exceso de peso (IMC ≥ p95) tuvieron exceso de peso u obesidad en la adultez (Freedman, et al. 2005).
Por el contrario, los niños con peso normal tienen menor riesgo de ser adultos con exceso de peso. Solo el 20% de los adultos obesos habían sido niños con peso normal (Freedman, et al. 2005).
La obesidad es una enfermedad crónica de muy difícil manejo, y alta capacidad de recidiva. El 80% al 90% de las personas que pierden peso hacen reganancia de peso en el primero o segundo año (Bermudez y cols. 2023).

Resumen:
La obesidad se caracteriza por el exceso de peso y de grasa corporal.
La obesidad es una enfermedad crónica muy frecuente y difícil de tratar. Las personas con obesidad que logran bajar de peso, generalmente lo recuperan antes del segundo año de haberlo hecho. Para evitar este fenómeno usaremos la metodología de la Unidad de Dietética clínica y enfermedades metabólicas de la Universidad de Bologna y del Departamento de obesidad y trastornos alimenticios del Hospital Villa Garda (Ricardo Dalle Grave et al. 2012) (Ricardo Dalle Grave et al. 2018)


El índice de masa corporal (IMC) es una relación entre el peso y la estatura que se calcula dividiendo el peso (en kilogramos) sobre el cuadrado de la estatura (en metros). IMC= Peso/ (estatura) ².
Una persona que pese 95 kilogramos y mida 1.65 metros tendrá un IMC= 95/ (1.65) ²= 34.9.
Las personas con sobrepeso tienen un IMC de 25 a 29.9; y en las personas con obesidad el IMC es de 30 o superior.
El cálculo del índice de masa corporal no es útil en fisicoculturistas ni en personas que tengan ascitis.
Resumen:
La metodología más usada para saber si tenemos peso normal o no se basa en el cálculo del índice de masa corporal (IMC).
Se puede calcular el IMC usando la fórmula respectiva o buscando en google una calculadora del IMC. Para ello debemos conocer nuestro peso (en kilogramos) y estatura (en metros).
En las personas con peso normal el IMC oscila entre 18.5 y 24.9.
Las personas con sobrepeso tendrán un IMC entre 25 y 29.9.
En quienes tienen obesidad el IMC será de 30 o superior.

La obesidad es un fenómeno muy frecuente en Venezuela.
Según Landaeta (2013), para el 2009, el 29.52% de los adultos de 18 a 40 años tenían sobrepeso y el 25.43% tenían obesidad. En niños de 7 a 12 años las cifras eran de 17.57% y 9.87%, respectivamente.

(Maritza Landaeta- Jiménez, y cols. 2013).

Según datos del World obesity Atlas (2022) para el 2010 en Venezuela había más de 4 millones de adultos con obesidad. Se estima que para el año 2030 habrá más de 7.500.000 personas con obesidad en Venezuela.
El riesgo de obesidad en Venezuela es aparentemente mayor en mujeres que en hombres. Según Mendez, y cols (2017) el 31.6% de las mujeres y el 24% de los hombres son obesos. La prevalencia de obesidad en la población general es del 28.3%.

Resumen:
El sobrepeso y la obesidad son muy frecuentes en Venezuela.
En la población venezolana, grosso modo, de cada 3 adultos, uno tiene peso normal, uno tiene sobrepeso y uno tiene obesidad. En niños, 1 de cada 10 tiene obesidad.
Este exceso de peso es el principal problema de salud pública en nuestro país.

La obesidad es una enfermedad. Una enfermedad crónica.
La obesidad es la enfermedad endocrina más prevalente (Bermudez y cols. 2023).
Ella, además, incrementa el riesgo de desarrollar muchas otras enfermedades: Resistencia a la insulina, inflamación crónica sistémica de bajo grado, síndrome de ovarios poliquísticos, elevación del ácido úrico, pre hipertensión arterial, pre diabetes, dislipidemia aterogénica, apnea obstructiva del sueño, aterosclerosis, diabetes, hipertensión arterial, algunas enfermedades de los riñones, hígado graso, algunas enfermedades del corazón y un riesgo cardiovascular que es proporcional al grado del exceso de peso (Piotr Dobrowolski, et al. 2022).

La obesidad también incrementa el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer. Los de mayor riesgo son: cáncer de esófago, de útero (endometrio), de estómago, de vesícula biliar, de conductos biliares extrahepáticos, de páncreas, de mama, y de colon y recto (Bradley Busebee, et al. 2023).

Las personas con obesidad viven menos. El exceso de peso es responsable de una reducción en la esperanza de vida de 2,7 años en los países de la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE). (Yevgeniy Goryakin, et al. 2019).
La obesidad también se asocia con mayor riesgo de mortalidad. Un estudio que analiza datos de 195 países demostró que el exceso de peso corporal estuvo asociado con la muerte de 4 millones de personas en el año 2015 (M. De Fanno. 2023).
Esta realidad contrasta con la percepción que sobre esta enfermedad tienen las personas con exceso de peso. Apenas el 44% de las personas con obesidad perciben su condición como una enfermedad. El 27% de las personas con obesidad y el 48% de las personas con sobrepeso lo ven como un problema estético. No como un problema de salud (Nisadó Paloma, y cols. 2016).

Este error de percepción probablemente tiene su origen en la falta de información sobre la obesidad. Y en la ausencia de síntomas molestos. El 45% de las personas con obesidad, y el 70% de las personas con sobrepeso no perciben ningún síntoma asociado, per se, al exceso de peso (Nisadó Paloma, y cols. 2016).

La realidad es que la epidemia global de obesidad es uno de los más importantes retos para la salud pública en el mundo y se ha convertido en una sobrecarga importante de los sistemas de cuidado de salud (M. De Fanno. 2023).
Resumen:
La obesidad es una de las enfermedades crónicas más frecuentes.
La obesidad, per se, produce pocos síntomas molestos. Por ello muchas personas que tienen obesidad lo desconocen.
La obesidad es una enfermedad que incrementa el riesgo de muchas otras enfermedades.
La obesidad y las enfermedades asociadas a ella, producen deterioro de la calidad de vida, mayor consumo de medicamentos, reducción de la esperanza de vida, aumento en el consumo de medicamentos y mayor gasto social.
La obesidad es uno de los principales problemas de la salud pública en el mundo.

Determinantes o causas de la obesidad: (Ferreira SR, et al. 2024).
El aumento de las tasas de obesidad en muchos países latinoamericanos es la consecuencia de la interacción entre múltiples factores. Un cambio tan dramático en el fenotipo humano sólo puede atribuirse a modificaciones igualmente abruptas en nuestras condiciones de vida y a cambios en el entorno físico que contribuyen a la epidemia de obesidad. Se destacan ocho determinantes principales (el entorno físico, exposición a los alimentos, interés económico y político, desigualdad social, acceso limitado al conocimiento científico, cultura, conducta contextual, y genética).

Históricamente, los aumentos de las tasas de obesidad en los países en desarrollo se produjeron más tarde (después de los países desarrollados); pero, actualmente, los países latinoamericanos son los que tienen el mayor aumento en la prevalencia de la obesidad, especialmente entre los estratos más jóvenes de la población. Este abrupto incremento no puede explicarse simplemente por factores genéticos o individuales, sino más bien por una combinación de factores estructurales y contextuales, aquí llamados determinantes sistémicos. Estos determinan una mayor susceptibilidad a la obesidad y proporcionan una mayor comprensión de las razones detrás del rápido aumento de la prevalencia de la obesidad en el mundo en desarrollo.
La pandemia de obesidad no puede atribuirse de manera simplista a la preferencia del individuo por una dieta rica en energía o la reducción de gasto energético relacionado con ocupaciones modernas y actividades de ocio sedentarias. Este argumento falaz pone desproporcionadamente toda la carga de la obesidad sobre los individuos en lugar de sobre factores sistémicos, algunos de los cuales inevitablemente colocan a estos individuos en condiciones obesogénicas injustas.
Los países latinoamericanos presentan características que hacen que los individuos estén particularmente expuestos a estos factores, que a su vez parecen explicar el dramático aumento de la carga de obesidad en estos países.
Dado que los determinantes individuales (conducta contextual, y genética) interactúan con y son superpuestos por los determinantes sistémicos (el entorno físico, exposición a los alimentos, interés económico y político, desigualdad social, acceso limitado al conocimiento científico y cultura), la limitada libertad de elección de los individuos termina teniendo poco impacto en las tendencias de la obesidad.
1. Ambiente físico:
- Polución y contaminación de los alimentos.
En los países latinoamericanos predominan las actividades agrícolas extensivas. Y el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes que pueden contener disruptores endocrinos. Estas sustancias químicas pueden contaminar el suelo y el agua y entrar a la cadena alimenticia.
Los residuos químicos de envases de plástico también pueden introducir los DE en la cadena alimentaria.
De esta forma algunos disruptores endocrinos obesogénicos, como los bifenilos policlorados, los pesticidas organoclorados, Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, el bisfenol A y los ftalatos pueden contribuir al aumento del peso.
En Latinoamérica se observa la contaminación de aire y agua, impulsada por factores como la industrialización, las emisiones de vehículos y las regulaciones ambientales inadecuadas.
La exposición a disruptores endocrinos puede tener efectos trans generacionales. El impacto sobre la salud metabólica puede ser transmitido de una generación a otra. Así se potencian los índices de obesidad a largo plazo.
- La urbanización y el entorno construido:
La urbanización rápida de muchas regiones de LA favorece la proliferación de transporte motorizado. La ausencia de áreas verdes, parques, aceras, carriles para bicicletas, instalaciones deportivas públicas y espacios seguros para hacer ejercicio favorecen un estilo de vida sedentario.
El diseño de las ciudades que prioriza los carros sobre los peatones y los ciclistas favorece la reducción de los niveles de actividad física. La urbanización está asociada con menor actividad física total y con mayor riesgo de obesidad.
La urbanización generalmente se asocia a mayor disponibilidad de establecimientos de comida rápida, supermercados y otras fuentes de alimentos ricos en calorías y pobres en nutrientes. Estos alimentos densos en energía contribuyen a promover patrones alimenticios no sanos que contribuyen a la obesidad.
La vida urbana se asocia con ruido, contaminación y hacinamiento. Ello produce estrés psicosocial. Y el estrés puede estimular la ingesta de comida por razones emocionales, y otros mecanismos de afrontamiento poco saludables que contribuyen a la obesidad.
La urbanización puede alterar algunas redes sociales y vínculos comunitarios afectando los comportamientos de salud, incluida la dieta y la actividad física.
2. Exposición a alimentos:
Los patrones de alimentación tradicional cambiaron rápidamente con el desarrollo de la agricultura. Y varios factores socio económicos transformaron radicalmente la conducta alimentaria urbana. La mujer al incorporarse a la fuerza laboral tenía menos tiempo para cocinar y comer en familia.
La industria alimentaria creció para satisfacer a la creciente población consumista. Y cambió el estilo de vida tradicional.
La epidemia de obesidad en Latinoamérica depende, parcialmente, de la transición nutricional relativamente rápida de la dieta tradicional a la dieta occidental caracterizada por un excesivo consumo de productos alimenticios ultraprocesados, de baja calidad nutricional y ricos en calorías. Estos alimentos ultraprocesados son un importante impulsor del aumento del peso.
Méjico y Chile son los países de Latinoamérica con el mayor consumo per cápita de alimentos ultraprocesados. Cerca de 200 kg/ año. Y en Latinoamérica el consumo de alimentos ultra procesados es mayor en los niños que en los adultos. Los meta- análisis y revisiones sistemáticas muestran que a mayor consumo de alimentos ultraprocesados hay mayor circunferencia de cintura y de peso en niños, adolescentes y adultos.
Latinoamérica y el Caribe son las regiones del mundo con el mayor consumo de azúcar y de bebidas azucaradas per capita. Según datos del 2018, el consumo fue de 7.8 onzas al día (234 cc). En el resto del mundo fue de 2.7 onzas al día (81 cc). El consumo es mayor en jóvenes que en adultos, y superior en hombres que en mujeres.
3. Intereses políticos y económicos:
La globalización se ha acompañado del surgimiento de un reducido grupo de enormes empresas trans nacionales que fabrican una gran parte de la producción mundial de comidas y bebidas. Diez empresas (The big food and big soda) controlan el 80% de los productos comprados en tiendas a nivel mundial.
Desafortunadamente los intereses económicos de estas empresas no están necesariamente alineados con el interés de la salud pública. Y cuando participan e influencian las políticas de salud pública se constituye un claro conflicto de interés.
Los esfuerzos nacionales e internacionales para el desarrollo y aplicación de políticas económicas han enfrentado, a múltiples niveles, fuertes interferencias por la industria de bebidas y alimentos. Por ejemplo, creando grupos de interés representados por actores de la industria de alimentos y bebidas para asesorar y prever la creación e implementación de políticas públicas para la prevención de la obesidad, incluido el lobby ante los gobiernos y los congresos, para argumentar legalmente contra los impuestos a las bebidas azucaradas y el etiquetado nutricional frontal (FOPNL) en los productos ultraprocesados, alegando la afectación de sus intereses económicos.
Sus estrategias también incluyen el lavado verde (greenwashing), el lavado saludable (healthwashing) y el lavado deportivo (sportswashing), para influir (engañar) en la percepción del consumidor de que son parte de los esfuerzos para contrarrestar la obesidad.
La industria alimentaria financia a instituciones e investigadores para ignorar los efectos nocivos para la salud de sus productos.
La industria alimentaria contrata a líderes de los partidos político, ex altas autoridades de los ministerios de salud y de gobierno y de la Administración de Alimentos y Medicamentos, congresistas e incluso expresidentes como empleados o asesores en la industria de alimentos y bebidas antes o después de sus trabajos en el servicio público.
El uso de plástico como material de embalaje de los productos alimenticios es otro ejemplo de intereses económicos no alineados con las necesidades de salud. Los plásticos son económicamente convenientes, aunque perjudiciales para la salud del planeta y la salud humana.
Las corporaciones alimenticias producen alimentos ultraprocesados a gran escala. En su fabricación usan jarabe de maíz rico en fructosa, aceite de palma y productos de soya. De esta manera obtienen altas ganancias a costa de deterioro de la salud humana y planetaria.
Si queremos que los sistemas alimentarios saludables y sostenibles se conviertan en una realidad hay que posicionar a las corporaciones de las comidas ultraprocesadas y su red de influencia corporativa como el núcleo del problema y no como parte de la solución (Slater Scott, et al. 2024).

4. Inequidad social:
América Latina es la región más desigual a nivel mundial en términos de distribución del ingreso. Las disparidades del ingreso están relacionadas esencialmente con todos los factores estructurales que conducen a la obesidad. Ya que limitan las opciones individuales a unas condiciones de vida saludables y aumentan el desafío de combatir la obesidad.
- Inequidad socio económica:
En los países de ingresos medios y bajos se observa una relación entre el estatus socio económico y la calidad de la dieta y el estilo de vida.
Las personas menos privilegiadas económicamente tienden a estar expuestas en general a una dieta de peor calidad que contribuye a la obesidad y la desnutrición. También pueden tener condiciones de trabajo y estilos de vida inadecuados. Mayor número de horas de trabajo, más estrés, menos tiempo para el ocio y la actividad física y peores hábitos de sueño. Las características del vecindario también contribuyen a explicar la reducción en el nivel de actividad física y el mayor riesgo de obesidad.
A su vez las múltiples comorbilidades relacionadas con la obesidad, que implican costos sanitarios y económicos, y daños psicológicos adionales pueden contribuir a una carga aún mayor en la población más desfavorecida agravando la inequidad social.
- Inequidad relacionada con la educación:
La prevalencia de obesidad exhibe una notable asociación con el nivel educativo en muchos países de Latinoamérica. Generalmente las mujeres con menor grado educativo son las que tienen mayor riesgo de obesidad. En Argentina, Brasil, República Dominicana, Paraguay y Venezuela los índices de obesidad son más elevados entre las mujeres más pobres y menos educadas. Este patrón curiosamente es diferente en los hombres. En Brasil, Colombia, Paraguay y Méjico los índices de obesidad son mayores en los hombres con mayor grado educativo y mejores ingresos económicos.
En las mujeres, la educación es un efecto protector contra algunas disparidades socioeconómicas y la influencia del mercadeo agresivo obesogénico.
En Latinoamérica el espectro de la obesidad tiene relación con el nivel socioeconómico y el sexo. Los hijos de familias pobres son más propensos a tener una educación inapropiada. Esta inequidad social perpetua un escenario de disparidad educativa en Latinoamérica.
- Barreras a los cuidados de salud y a las estrategias preventivas:
En los países en desarrollo no toda la población tiene acceso al sistema de cuidados de salud privado o público. El índice de calidad y acceso a los cuidados de salud (HAQ index) de los países en vías de desarrollo en general es bajo. El de Venezuela fue de 38.4 en el año 2016. Chile tuvo un índice HAQ de 71, Colombia 61, Argentina 60, Brasil 53 y Méjico 52. Por ello la capacidad de ofrecer un servicio de salud calificado y rápido no es siempre óptimo.
Las principales razones de este bajo score son la ausencia de profesionales de la salud, dificultad en el acceso a sus servicios, prolongados tiempos de espera, y ausencia de programas para proveer medicamentos de bajo costo. Este escenario podría impactar el manejo de la obesidad al retardar su diagnóstico y las intervenciones precoces que limitan la ganancia del peso corporal. Y el screening y tratamiento apropiado de las comorbilidades de la obesidad (diabetes mellitus, hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares).
Otra barrera es el hecho de que la obesidad no es reconocida universalmente como una enfermedad. De esta manera se obliga a los individuos a vivir con una condición que puede recibir la atención inadecuada en su sistema de cuidados de salud. Se incrementa el riesgo de desarrollar las enfermedades asociadas con la obesidad. Y se desechan estrategias, medidas preventivas y de tratamiento de la obesidad y de sus enfermedades asociadas.
Las disparidades en el acceso a los cuidados de salud y a la medicina preventiva son aspectos importantes en la inequidad social en los países en desarrollo.
- Inequidad relacionada con el sexo:
Las mujeres y los hombres son afectados de forma diferente por la obesidad en los países desarrollados y en vías de desarrollo. En los países desarrollados predomina la obesidad en hombres. Mientras que en los países en vías de desarrollo (Latinoamérica y el Caribe, Asía del Sur, y Africa sub Sahariana) predomina en mujeres.
La velocidad de aumento de peso en las mujeres en los países en vías de desarrollo es mayor que las de los países desarrollados. El incremento en el índice de masa corporal en mujeres en países en desarrollo en Latinoamérica fue de 1.3 kg/m2 en áreas rurales, y 2.0 kg/ m2 en áreas urbanas. En países desarrollados fue de 0.4 y de 1.4 kg/m2 respectivamente.
Estas diferencias en la prevalencia de la obesidad destacan el papel del género como un factor contribuyente de la obesidad. Los mecanismos causales en Latinoamérica son complejos pero relacionados con factores educativos y socio económicos.
En el contexto social latinoamericano de las mujeres se espera que se dediquen a las labores del hogar y la crianza de los hijos. También pueden estar expuestas a prácticas discriminatorias en términos de oportunidades laborales. En general la dependencia económica en el hogar y un menor tiempo de ocio pueden limitar sus oportunidades para un estilo de vida saludable.
La calidad de los alimentos consumidos y el nivel de actividad física son género dependiente. Recursos financieros limitados acoplados con un bajo nivel educativo en las mujeres en los países en vías de desarrollo las podrían hacer menos conscientes de los beneficios de consumir alimentos saludables y de practicar ejercicio durante su tiempo de ocio.
- Inequidad relacionada con la raza:
En Latinoamérica se ha observado una relación entre el color de la piel, y el estatus social y la predisposición a la obesidad. En Brasil se reportan mayores índices de obesidad en mujeres no blancas, y menos privilegiadas económicamente.
Es probable que este fenómeno no esté vinculado con razones genéticas. El Proyecto de Biobanco mejicano sirvió para descartar la hipótesis de que los indígenas ancestrales tenían un riesgo genético de obesidad superior.
La relación positiva entre los individuos que hablan un lenguaje indígena y un mayor peso e índice de masa corporal se observó solo en ambientes urbanos donde estos individuos tienden a ser marginalizados. En Brasil la asociación de la raza con la obesidad fue dependiente del sexo y del estatus socio económico.
Esto sugiere que más que la raza, la desigualdad asociada con el contexto urbano es el principal factor asociado con la obesidad para ciertos grupos minoritarios.
5. Acceso limitado al conocimiento científico:
En este momento los aspectos clínicos, biomédicos y sociales de las ciencias siguen sesgadas hacia las conclusiones obtenidas a partir de datos recopilados en países desarrollados de personas de origen europeo. El conocimiento sobre la obesidad obtenido en ciertos países, con poblaciones con antecedentes ancestrales específicos o sujeta a un ambiente contextual particular no necesariamente se aplica a todos los países y poblaciones. La evidencia científica sobre la obesidad se aplicará de manera más generalizada sólo cuando la investigación en el campo abarque la diversidad y la multidimensionalidad del tema.
El conocimiento científico debería ser adquirido localmente para dar cuenta y abordar los aspectos relevantes y problemas específicos de las poblaciones latinoamericanas. La evidencia científica generada localmente también puede ser relevante en el diseño e implementación de políticas públicas. También puede ayudar a fundamentar argumentos contra la influencia de intereses políticos o industriales creados con conflictos aparentes.
Los países desarrollados que producen más investigación científica sobre temas relacionados con la obesidad sufren menor carga de la obesidad. Esto puede observarse en Europa. La conducta obvia es que a mayores índices de obesidad en un país debería investigarse científicamente las contra medidas en este escenario. Los países deberían patrocinar la investigación en obesidad como una estrategia para mantener a la población sana. Independientemente de su ingreso económico.
El número de trabajos de investigación publicados y en curso reforza las diferencias entre los países desarrollados y los latinoamericanos. EEUU publica 3.2 investigaciones sobre obesidad por cada millón de habitantes. Brasil y Méjico apenas 0.5. Los países con mayor producción académica en el campo, especialmente en Europa, son bien conocidos por su gran compromiso con un Estado de bienestar. También se sabe que tienen políticas sólidas contra los entornos obesogénicos.
Las drogas y medicamentos aprobadas en el manejo clínico de la obesidad están disponibles en el mercado latinoamericano más tardíamente y a mayor costo que en los países desarrollados. Las barreras de acceso a estos nuevos tratamientos contribuyen a incrementar las disparidades sociales.
6.Cultura:
La mayoría de los países latinoamericanos tienen antiguas tradiciones en materia de alimentación y comportamiento alimentario. Compartir comidas con la familia y los amigos es parte de la vida en América Latina, y casi todas las celebraciones se realizan en torno a la comida.
La dieta tradicional en Méjico es nutritiva y balanceada. Basada en granos integrales de maíz y enriquecida con todo tipo de vegetales (incluyendo pimienta), frutas, semillas, otros granos y diferentes tipos de carnes y fuentes proteicas.
Durante las últimas décadas Méjico y los demás países latinoamericanos han experimentado un proceso de occidentalización e industrialización de los hábitos alimentarios, pasando de unas dietas tradicionales a la adopción de un patrón de ingesta de alimentos ultraprocesados.
Este cambio fue influenciado por determinantes comerciales. Principalmente la invasión de alimentos ultraprocesados y su fuerte mercadeo,
incluidas las ideas sembradas por la industria de que los productos ultraprocesados están vinculados a la felicidad, el éxito, el estatus social y el bienestar general.
En particular, las bebidas azucaradas son ahora parte de los hábitos alimentarios diarios de los niños y adultos en México y son percibidos como altamente gratificantes y se utilizan como bebidas reconfortantes en los niños, mientras que en los adultos se utilizan incluso como complemento de platos tradicionales.
La región de Chiapas, Méjico, es la de mayor consumo de refrescos en el mundo. Los refrescos se usan hasta en los rituales tradicionales espirituales y religiosos. En esta región hay una alta prevalencia de obesidad, diabetes, discapacidad y muerte.
Una barrera más reciente para luchar contra la obesidad son los movimientos que niegan la obesidad como una enfermedad. Estos movimientos se originaron en Norte América pero han permeado hacia América Latina. Si bien tienen valiosos argumentos sobre la aceptación del cuerpo y contra el estigma de la obesidad, su falta de atención a la evidencia científica que apunta a la obesidad como una condición que debilita la salud es preocupante, ya que podría impedir que las personas reconozcan que la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas y muerte prematura
Además, estos movimientos etiquetan los esfuerzos para contrarrestar la obesidad como “gordofóbicos” y al mismo tiempo promueven la alimentación intuitiva y acciones anti-dieta, cuestionando a los pacientes que desean recuperar su peso saludable. Aprovechando estos argumentos la industria de los alimentos ultraprocesados ha sembrado mensajes como ‘no hay alimentos malos’ y “lo que importa es cuánto comes”, lo que en última instancia crea confusión y promueve la obesidad y sus comorbilidades.
Existe un consenso cada vez mayor sobre la importancia de reconocer las perspectivas de los pacientes y desmantelar el estigma asociado a la obesidad. En las discusiones sobre el estigma también hay que considerar las variaciones culturales, ya que ciertas sociedades históricamente han asociado el exceso de peso con símbolos de éxito, riqueza y buena salud. Sin embargo, es innegable que persiste la idea errónea de que la obesidad es una mera elección de estilo de vida lo cual es una barrera importante para el progreso en el manejo de la obesidad en las numerosas culturas del mundo.
7. Conducta contextual:
El comportamiento humano, tiene una naturaleza contextual. Las condiciones estructurales y los factores sistémicos impactan varios aspectos de la elección de un individuo, incluido su nivel de actividad física, sus opciones dietéticas, su comportamiento circadiano, el tiempo frente a la pantalla y ambiente de trabajo.
En niños los anuncios de comida chatarra, los largos períodos de exposición a la pantalla y la reducción de la recreación al aire libre han contribuido a un desequilibrio entre el consumo de energía y el gasto de energía.
El entorno en el que se encuentran los individuos, incluido sus antecedentes históricos, circunstancias socioeconómicas y avances tecnológicos, pueden moldear drásticamente sus decisiones, alterar sus acciones y, en última instancia, influir en su comportamiento. También jugar un papel fundamental para la tendencia creciente de aumento de peso poblacional.
- Actividad física:
La Urbanización y la tecnología han dado forma al comportamiento humano moderno no sólo incorporando comodidades. También promoviendo las preocupaciones sobre la salud relacionada con la inactividad física.
La región más urbanizada del mundo es Latinoamérica. Cerca del 80% de la población vive en áreas urbanas no bien planificadas que priorizan el transporte motorizado sobre las cominerías o rutas para los ciclistas. Ello promueve el comportamiento sedentario y se asocia con tiempo de desplazamiento prolongado, mayor tiempo de trabajo en oficina y tiempo de pantalla prolongado.
La rápida proliferación de la tecnología (televisión, computadora, teléfonos inteligentes y juegos de video) ha incrementado el tiempo en pantalla. 5 de los 7 países con mayor tiempo en pantalla son latinoamericanos. Las interacciones sociales han migrado a las plataformas digitales. La publicidad y el mercadeo promueven actividades sedentarias, como
mirar televisión o utilizar dispositivos electrónicos.
De esta manera se promueven las actividades de ocio y entretenimiento sedentarias. Estas son accesibles y populares. Y se normaliza el comportamiento sedentario como una forma de ocio.
- Hábitos alimenticios:
La comercialización y la disponibilidad creciente de alimentos ultraprocesados y de comida rápida pueden ayudar a dar forma a las preferencias de la dieta en Latinoamérica.
En algunas zonas, especialmente en barrios de bajos ingresos, las tiendas de alimentos y productos frescos y saludables no son fácilmente accesibles. Esto lleva a los residentes a recurrir a tiendas de conveniencia y establecimientos de comida rápida, fomentando el consumo de alimentos ricos en calorías y pobres en nutrientes.
Las empresas alimentarias suelen utilizar campañas agresivas de marketing y publicidad, dirigidas específicamente a los niños y las poblaciones vulnerables. Estas campañas suelen promover alimentos poco saludables y con alto contenido de azúcar y grasas.
Los sitios de trabajo, las escuelas y las instalaciones recreativas suelen tener máquinas expendedoras y cafeterías que ofrecen principalmente snacks procesados, bebidas azucaradas y productos poco saludables. Eso facilita que las personas tomen malas decisiones alimentarias.
Las desigualdades económicas en Latinoamérica pueden influenciar sustancialmente la escogencia de alimentos. Ya que inducen a las personas a optar por opciones más baratas, pero menos nutritivas. Y las porciones de alimentos de gran tamaño a menudo parecen tener una mejor relación calidad-precio.
Finalmente, Los miembros de la familia y los compañeros ejercen un fuerte impacto en los patrones de alimentación especialmente entre niños y adolescentes, que normalmente son más susceptibles de ser influenciados por sus pares hacia un consumo creciente de alimentos no saludables.
- Conducta relacionada con el trabajo y circadiana:
En el 2021 los 4 países de la organización para el desarrollo y la cooperación económica con el mayor promedio de horas trabajadas por trabajador fueron latinoamericanos (Colombia, Méjico, Costa Rica y Chile). Los horarios de trabajo irregulares, como trabajo por turnos o largas jornadas de trabajo pueden alterar la regulación fisiológica de los ritmos circadianos y alterar los patrones de sueño.
También el estrés y el uso nocturno excesivo de la tecnología y tiempo de pantalla puede resultar en una mala calidad del sueño e influir en el comportamiento asociado a prácticas poco saludables.
El estilo estilos de vida acelerado y el sueño inadecuado a menudo deja a las personas con tiempo limitado para preparar las comidas, lo que lleva optar por la comodidad de la comida procesada, rápida y la comida para llevar o pre empaquetada.
Las largas horas de trabajo en un escritorio, las limitaciones del descanso y la expectativa de permanecer sentados pueden provocar períodos prolongados de inactividad en el lugar de trabajo.
En combinación, estos elementos crean un entorno que puede favorecer elecciones y estilos de vida poco saludables.
- Estrés psicosocial y salud mental:
Las experiencias adversas en la infancia (ACE), como abuso psicológico o físico, o disfunción doméstica, incluyendo tener un padre o un hermano con un problema de sustancias de abuso o enfermedad mental, violencia doméstica, un miembro de la familia encarcelado o divorcio/separación o muerte de los padres, están asociados con mayor riesgo de salud física y mental en el futuro, incluida una mayor prevalencia de obesidad y una mayor circunferencia de la cintura.
Los mecanismos para explicar la asociación de las experiencias adversas en la infancia (ACE) con la obesidad están relacionados con estrés crónico o severo asociado que conduce a alteraciones fisiológicas en la respuesta al estrés (disfunción del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal), tales como aumento de los atracones o del apetito por alimentos hiperpalatables como un medio para consolarse, control deficiente de los impulsos, patrones de sueño alterados y depresión.
La exposición a un ambiente estresante puede perjudicar la salud mental e impactar las decisiones en la vida diaria, contribuyendo así potencialmente a alteraciones en el estilo de vida que aumentan la susceptibilidad a la obesidad.
8. Genética:
Es importante identificar y caracterizar funcionalmente genes asociados con el riesgo de obesidad en distintas poblaciones, ya que puede proporcionar conocimientos mecanicistas, diagnósticos y terapéuticos en el campo, pero es poco probable que explique el fuerte aumento de la prevalencia de la obesidad en las últimas décadas.
La distribución tisular y la función de los genes asociados con la obesidad monogénica y poligénica encontraron una superposición funcional considerable entre estos genes. La mayoría de los genes estaban involucrados en la función del sistema nervioso central y particularmente en la regulación hipotalámica del equilibrio energético de todo el cuerpo. Se comprobó la existencia de anomalías funcionales y estructurales en el hipotálamo de modelos experimentales de obesidad o de humanos con obesidad.
En la obesidad inducida por la dieta, los componentes de la dieta, en particular el consumo de grandes cantidades de grasas saturadas, pueden promover cambios en la expresión o función de genes/proteínas que desempeñan funciones importantes en el control hipotalámico del equilibrio energético de todo el cuerpo. Y estos genes/proteínas no necesitan necesariamente verse afectados por anomalías genéticas.
Estos hallazgos refuerzan la importancia de avanzar en los estudios genéticos en poblaciones subrepresentadas como medio para identificar nuevos objetivos potenciales para estudios mecanicistas y farmacológicos que tengan en cuenta la complejidad de la obesidad humana.
Un estudio Latinoamericano a gran escala que incluyó a 6,057 individuos ancestralmente diversos que viven en diferentes regiones de Méjico investigó la influencia de la genética y el medio ambiente en el IMC y otros parámetros cardiometabólicos, concluyendo que el entorno urbano es dominante sobre los rasgos heredados genéticamente para determinar el riesgo de obesidad en Méjico.
¿Mi exceso de peso es debido a causas genéticas?
La Influencia genética en la obesidad es sustancial, hasta el 70% sobre la base de estudios que involucran poblaciones de origen predominantemente europeo. Aunque, en este momento, solo el 20% de toda la variación fenotípica en la obesidad puede explicarse por los miles de loci identificados (Cypess AM. 2022)
Desde el punto de vista de la genética la obesidad puede clasificarse como obesidad poligénica, o común, y la obesidad monogénica.
La obesidad poligénica es la más frecuente. Y la que tiene la inmensa mayoría de las personas con obesidad. Ambas formas de obesidad comparten bases genéticas y biológicas y trastornos de la vía melanocortina- leptina y de la señalización TrkB-BDNF. Y resaltan el papel clave del cerebro en el control del peso corporal. (Loos Ruth, et al. 2022).
Las variantes de obesidad poligénica difieren en cada individuo. Por ello el estudio de la obesidad poligénica es más complejo que la monogénica (Rajan Kumar Singh. 2017).

La predisposicion genética a la obesidad (y a otras enfermedades complejas) se evalúa utilizando una puntuación poligénica (PGS). Las personas con un valor elevado en la puntuación poligénica tienen mayor peso (↑8 kg), mayor índice de masa corporal (↑2.9 kg/m2) y mayor riesgo de obesidad grave (↑4.2 veces) que las de un menor puntaje. (Loos Ruth, et al. 2022).
En este momento se intenta usar esta información genotípica en la predicción de la obesidad. Pero apenas el 40% de las personas con mayor puntuación poligénica desarrollan obesidad. Y hasta el 20% de las personas con menor puntuación en la escala también se hacen obesos. Lo cual demuestra el impacto de otros factores ambientales. Tal como el ambiente obesogénico.

Resumen:
Los factores genéticos desempeñan un papel importante en todas las enfermedades crónicas. Y la obesidad no es la excepción.
Aun cuando se desconocen cuáles son los genes causantes de la obesidad poligénica, y en que células, tejidos y órganos actúan, y cómo afectan el peso corporal. Se cree que lo hacen alterando la regulación cerebral de la ingesta de alimentos, la preferencia de alimentos, la conducta alimentaria, el balance energético, y de esta manera el control del peso corporal.
El score poligénico para predecir obesidad solo acierta en el 40% de las personas con un puntaje de mayor riesgo y se equivoca en el 20% de las personas con un puntaje de riesgo bajo.
En base a la información disponible en este momento esto podría interpretarse como que el ambiente obesogénico tiene un papel protagónico en la génesis de la obesidad. Y el factor genético tiene un papel secundario.

Esta patología es consecuencia de un balance energético positivo, causado ya sea por un incremento en el consumo de energía, un bajo gasto de energía o ambos.

La obesidad está determinada por factores genéticos, epigenéticos y ambientales. La principal forma de obesidad, la obesidad común o poligénica, es inducida por el ambiente obesogénico. Se trata de la dieta occidental rica en calorías, la escasez de actividad física, el estilo de vida moderno, drogas y sustancias químicas (disruptores endocrinos), y la polución ambiental. Este ambiente obesogénico se asocia con modificaciones en el epigenoma (modificaciones en las histonas, metilación del ADN, micro ARN, remodelado de la cromatina) que se traduce en cambios en los patrones de expresión genética típicos de las personas con obesidad (Rajan Kumar Singh, et al. 2017).

La obesidad es un problema multifactorial. “La obesidad … es una interacción compleja entre cientos de genes, demandas socioeconómicas y toma de decisiones personales. Lo que en última instancia conduce a un aumento a largo plazo en la ingesta calórica promedio sobre el gasto energético” (Aaron M. Cypess, et al. 2022).
Resumen:
La obesidad común se produce cuando consumimos más calorías que las que gastamos.
Este desbalance calórico (energético) hace que acumulemos calorías en la grasa (tejido adiposo). Así ganamos peso de forma progresiva a lo largo de varias décadas. Del peso normal pasamos al sobrepeso, y luego a la obesidad.
El estilo de vida (alimentación occidental, sedentarismo, déficit de sueño), aspectos culturales (celebraciones con comidas, tortas, etc.), cadenas de comida rápida (Mc Donald’s, Arturo´s, Subway, etc.), la ingesta de comida rápida (pizzas, sándwich, perros calientes, pollo a la broaster, etc.); el consumo de refrescos y bebidas azucaradas, las porciones de alimentos cada vez más grandes; el consumo de alimentos ultraprocesados, diversos factores emocionales (nerviosismo, ansiedad, estrés, tristeza y preocupaciones), la publicidad de la industria alimentaria, la escasa educación en nutrición y salud, y la pobreza, forman parte de un enorme grupo de factores conocidos como ambiente obesogénico o promotor de la obesidad.
En más del 90% de los casos este ambiente obesogénico produce cambios en la expresión de algunos patrones genéticos que contribuyen a iniciar, agravar y a perpetuar a la obesidad.
Los determinantes biológicos de la obesidad incluyen nuestro pool genético y el ambiente obesogénico.

Existe una tendencia en adultos y en niños, en hombres y en mujeres al aumento del peso en casi todos los países. Esa tendencia se ha demostrado desde 1980. El índice de masa corporal (una relación entre el peso y la estatura) promedio mundial en hombres en el año 2008 era de 23.8 kg/m2 y en mujeres de 24.1 kg/m2. En hombres se incrementa en 0.4 kg/m2 en cada década. En mujeres se incrementa en 0.5 kg/m2 en cada década (NCD Risk Factor Collaboration. 2017).

El índice de masa corporal promedio y la prevalencia de obesidad aumentaron en niños y adolescentes en las diferentes regiones del mundo desde 1975. Este fenómeno se ha acelerado en el Este, Sur y Sureste de Asia; continúa en países de ingresos bajos y medios; y se ha estancado (aunque en niveles altos) en muchos países de altos ingresos desde el año 2000 (NCD Risk Factor Collaboration. 2017).
En algunos países este proceso de aumento de peso es más acentuado. En el período 1986 al 2006, en EEUU, en promedio, cada 4 años, la población sana, sin exceso de peso, aumentó 1.5 kg (el 2.4% del peso). Algunas mujeres llegaron a aumentar 5 kg y algunos hombres hasta 3.7 kg en ese período de tiempo (Dariush Mozaffarian. 2011).
Otros autores llegan a una conclusión similar. “Empezando en la adultez temprana, los adultos delgados en EEUU pasan las siguientes décadas sobrecargando a sus adipocitos al ganar en promedio 0.5 kg por año. Quienes tienen sobrepeso y obesidad ganan incluso más. Ejerciendo una enorme demanda en los depósitos de tejido graso para almacenar … en la 5ta y 6ta décadas de la vida (Aaron M. Cypess, et al. 2022).
Los adultos continúan aumentando de peso en la mayoría de los países occidentales. En todas la regiones y sexos. Excepto las mujeres en la región de ingresos altos de Asia Pacífico. Se observa estancamiento en el aumento del índice de masa corporal promedio en Oceanía, pero en niveles elevados (NCD Risk Factor Collaboration. 2017).
El aumento progresivo del índice de masa corporal promedio mundial se traduce en un aumento marcado en el aumento en el número de personas con obesidad en todos los continentes (NCD Risk Factor Collaboration. 2017).

En algunos países los grupos de mayor crecimiento son los grupos de obesidad y obesidad severa (NHANES 2015- 2016).

Se estima que para el año 2030 haya casi 600 millones de mujeres adultas y más de 400 millones de hombres adultos con obesidad en el mundo (World obesity Atlas 2022).

Resumen:
El ambiente obesogénico contribuye al aumento progresivo del peso corporal.
Los niños y adolescentes siguen aumentando de peso desde 1975. Excepto en algunos países de ingresos altos. Esto último como consecuencia de la implementación de algunas políticas públicas más o menos eficaces.
Los adultos, niños y adolescentes, de ambos sexos, en casi todas las regiones del mundo, siguen aumentando de peso y por consiguiente del índice de masa corporal promedio.
El aumento de peso, a lo largo de años y décadas, produce cambios sutiles y pocas señales de alarma (la correa no cierra y hay que hacer nuevos orificios, aumento en la talla de la ropa, etc.).
La mitad de la población del mundo tendrá exceso de peso para el 2030. Esta es la demostración clara del fracaso de las políticas públicas implementadas hasta el momento.

El término “Comida Rápida” (“Fast food”) fue acuñado por Merriam Webster, en 1951.
También se conoce como:
- EDLNF: Alimentos densos en energía y con baja densidad de nutrientes
- EDNPFC: Alimentos para niños densos en energía y pobres en nutrientes
- FMNV: Alimentos de mínimo valor nutricional
- Alimentos HFSS: alimentos con alto contenido de grasa, sal y azúcar
- JF: Comida chatarra
Se trata de una variedad de alimentos que pueden ser preparadas y servidas muy rápidamente.
Son productos muy específicos: hamburguesas, perros calientes, pizzas, pollo frito o sándwiches. Se destacan por su alto contenido de sal, azúcar, grasas y energía (calorías) y su escaso o nulo contenido de proteínas, vitaminas, minerales y fibra.
Algunos factores que inciden en la elevada preferencia del consumidor a la comida rápida:
Buen sabor; fácil accesibilidad; mayor comodidad y naturaleza amigable con el bolsillo.
Otra razón de su elevada preferencia es derivada de sus métodos de mercadeo. Las empresas de comida rápida se dirigen a los niños pequeños con grandes estrategias de promoción, deliciosas recetas y publicidad atractiva (Jahan I, et al. 2020)
Según la Asociación Nacional de Restaurantes, el estadounidense promedio come comida rápida 4 veces a la semana.
Hay una relación directa entre el número de comidas rápida por semana y el peso, el índice de masa corporal y la circunferencia abdominal. Comerla una vez por semana incrementa el índice de masa corporal en 0.16- 0.17 kg/ m2. Comerlas 2 o más veces por semana incrementa la prevalencia de obesidad abdominal 31% en hombres y 25% en mujeres. (Vasanthakumar N. Bhat. 2016)
El número de visitas a sitios de comida rápida predicen el riesgo obesidad y diabetes. Hay mayor riesgo de obesidad en quienes consumen más frecuentemente comida rápida.
- Nunca: (17.3%)
- Infrecuente: < 1 por mes (19.1%).
- Moderada: ≥ 1 por mes a < 1 por semana (26.9%).
- Frecuente: ≥ 1 por semana (36.7%).
(Abigail L. Horn, et al. 2023).

Según datos de Fedecámaras (2023) cada hogar venezolano tiene un gasto promedio mensual entre 25 y 30 dólares en comida rápida. El mayor consumo es en Caracas. El 60% del consumo se realiza los fines de semana. La comida rápida preferida es: Hamburguesas (20%); panaderías (18%); postres (11%); pizzas (9%) y perros calientes (8%).
La mayor parte de los estudios realizados muestran una asociación positiva entre comida rápida y obesidad. La comida rápida tiene abundante contenido de sal, de grasas saturadas y de grasas trans. Además de un pobre valor nutricional. Su uso perpetúa la prevalencia de obesidad, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y la elevación del colesterol (Jahan I, et al. 2020).
Resumen:
La mejor expresión de la comida rápida es: comida chatarra.
Es pobre en nutrientes y rica en calorías. Por eso engorda.
Pero es barata. Y sabrosa. Por eso es la “comida” preferida por muchas personas. Especialmente los fines de semana.
Sus agresivas campañas publicitarias están dirigidas, muy específicamente a los niños, los más vulnerables mentalmente, y sus víctimas actuales y futuras.
Los sitios de venta de comida rápida de los centros comerciales de Caracas están saturados de consumidores los fines de semana.
La comida rápida está asociada con el aumento del peso, el sobrepeso y la obesidad.
Las ganancias corporativas de las grandes y pequeñas cadenas de comida rápida impulsan la epidemia de obesidad que vive el mundo.

En la década de los 50- 70s del siglo pasado se dio inicio a una estrategia de mercadeo muy eficaz. Se trataba del aumento del tamaño de las porciones. (Jenny H. Ledikwe, et al. 2005)

El número de comidas muy grandes también se incrementó de manera rápida (Lisa R. Young, et al. 2002)

A mayor consumo de comida también se eleva la ingesta de calorías. El incremento en el tamaño de la porción entre un 25 y 100% se tradujo en un aumento en el consumo de energía (calorías) del 10 al 25% (M. Barbara, et al. 2014).
El aporte de energía (calorías) en la dieta de EEUU ha aumentado significativamente desde 1970. En EEUU para 1994- 1996: el consumo de calorías se había incrementado en 200 Kcal/día (vs 1977- 78). Y en 500 Kcal/día para el año 2002. Este aumento en el tamaño de las porciones que comenzó a crecer en los años 1970, aumentó marcadamente en los años 1980 y ha continuado en paralelo con la elevación del peso corporal. El aumento del tamaño de las porciones en el mercado de alimentos es uno de los principales contribuyentes del mayor aporte de energía en la dieta EEUU. (Lisa R. Young, et al. 2002).
Es probable que un fenómeno similar esté ocurriendo en Venezuela y en el resto del mundo.
El consejo para moderar el tamaño de las porciones, especialmente de alimentos ricos en energía, es actualmente la piedra angular de la mayoría de los consejos para el control de peso. Sin embargo, el desafío de conseguir que los consumidores sigan tales consejos es formidable dada su exposición crónica a porciones grandes y normas y percepciones de consumo distorsionadas, junto con la falta de voluntad del consumidor para comprometer la relación calidad-precio, el sabor y la conveniencia. (M. Bárbara, et al. 2014)
Resumen:
Es probable que la estrategia de mercadeo más perjudicial para el peso de la población sea, obviamente, el aumento del tamaño de las porciones de los alimentos (pizzas, pepitos, sandwiches, donas, refrescos, chucherías, cotufas, etc.).
Mayor tamaño de las porciones trae como consecuencia mayor ingesta de comida. Nadie quiere dejar la comida en el plato.
A mayor ingesta de comida, mayor consumo de calorías.
A mayor consumo de calorías mayor desbalance entre las calorías consumidas y las gastadas. Un balance energético cada vez más positivo.
Balance energético positivo es aumento de peso. Si es mantenido en el tiempo contribuye al sobrepeso y a la obesidad.
Hay que reducir el tamaño de las porciones para poder bajar de peso. Incluso hay que utilizar platos pequeños.

Una de las más eficaces estrategias de mercadeo de la industria alimentaria es la reducción de los precios de venta de sus productos.
En un experimento de venta de pasapalos bajos en grasas, a diferentes precios, se demostró ese fenómeno. La reducción del precio de venta en 10% aumentó las ventas en 9%. La disminución del precio en 25% elevó las ventas en 39%. La reducción del precio en 50% aumentó las ventas en 93% (Shahram Heshmat. 2011).
Por ello se afirma que “La mejor estrategia de las corporaciones…Su arma secreta… son los precios bajos”. La comida rápida es 60% más barata que la preparada con los alimentos frescos (DW Documental).

Esta situación es difícil de contrarrestar incluso con la información proporcionada en las tablas de etiquetado nutricional. Ya que “el precio relativo de los diferentes productos tiene un efecto más poderoso sobre la escogencia de los alimentos que el etiquetado nutricional” (Shahram Heshmat. 2011).
Tal parece que muchas personas prefieren la cantidad a la calidad a la hora de escoger sus alimentos.
Resumen:
La comida chatarra es barata. Esa es una de sus principales técnicas de mercadeo.
El consumidor de bajos ingresos es la víctima principal y una presa fácil de una estrategia de mercadeo que busca vender alimentos poco sanos. Y que engordan.
A la industria de la comida rápida le importa mucho el dinero de las ganancias. No tiene que preocuparse por la salud del consumidor. Ella sigue invirtiendo en técnicas de marketing para vender más y obtener más ganancias. En este caso el interés económico de la industria de la comida rápida ha tenido más importancia que la salud de la población.
Decisión personal: evitar la comida chatarra.
Políticas públicas: Reducir el precio de la comida sana. La comida sana debería ser más barata. Y la comida basura más cara.

El éxito del negocio de la industria alimentaria depende de sus ingresos económicos, y estos dependen del volumen de ventas. A su vez, el volumen de ventas, puede ser estimulado con múltiples estrategias de mercadeo.
Desde edades muy tempranas, los niños muestran una preferencia no aprendida por los sabores dulces y salados (Ana Carolina Ariza, y cols. 2018). Los seres humanos tenemos apetencia por alimentos dulces, salados y grasosos (Shahram Heshmat. 2011).
La ingesta de grasas produce placer (dopamina). La ingesta de azúcares provoca placer (dopamina). Cada una de ellas activa rutas neuronales diferentes. La combinación de grasas y azúcares se sinergiza para aumentar la liberación de dopamina y promover la ingesta excesiva de estos alimentos obesogénicos, independientemente de la cantidad de calorías (McDougle et al. 2024)
El consumo diario de un refrigerio rico en grasas y azúcares altera los circuitos cerebrales de recompensa en humanos e induce adaptaciones neuroconductuales. La preferencia por alimentos bajos en grasa disminuye. Hay un incremento de las respuestas cerebrales a la anticipación y consumo de alimentos muy sabrosos y ricos en energía. Los circuitos neuronales que apoyan la asociatividad adaptativa al aprendizaje también aumentan. Todos estos efectos se observan a pesar de que no hay cambios en el peso corporal o salud metabólica (Thanarajah E, et al. 2023).

La motivación para consumir estos alimentos obesogénicos puede ocurrir sin percepción cognitiva. Por esta razón los esfuerzos conscientes por hacer dieta pueden verse superados por el impulso interno subconsciente de consumir alimentos ricos tanto en grasas como en azúcares. (McDougle et al. 2024)

La industria alimentaria explota nuestra vulnerabilidad a la ingesta de azúcar y grasas… adicionándolos a los alimentos. El mercadeo de los alimentos promueve el consumo de alimentos altamente deseables, pero insanos, a los jóvenes (Shahram Heshmat. 2011).
“Es rentable vender alimentos grasos, salados, azucarados y adictivos. Las ganancias corporativas impulsan esta epidemia de obesidad. La manipulación empieza con los niños. Existe un vínculo entre la publicidad que ven los niños y los alimentos que prefieren. Por eso la OMS recomienda regular la publicidad de los comerciales de comida, pero la industria es ingeniosa, se infiltra en áreas nuevas como las redes sociales o juegos en línea. Las hábiles estrategias de marketing ocultan el hecho de que la comida chatarra causa una de las enfermedades más devastadoras” (DW documental).
Las empresas de alimentos en EEUU gastaron 1600 millones $ en 2006, en mercadeo dirigido a los jóvenes (especialmente a los niños) para incrementar la demanda de sus productos. Cada niño en EEUU vio 15 propagandas de alimentos al día (2004). En el 98% de los casos se promocionaban productos altos en azúcar, grasa y/o sodio (Shahram Heshmat. 2011).

Los modelos psicológicos de mercadeo sugieren que los efectos de la exposición al mercadeo de alimentos pueden ser difíciles de antagonizar. Las propagandas de alimentos pueden tener una mayor influencia tanto en niños como en adultos cuando ven TV para relajarse al final de un largo día. Resistir la influencia de imágenes tentadoras, de alimentos altamente deseables, requiere recursos autoregulatorios, los cuales pueden depletarse a corto plazo, especialmente bajo condiciones de fatiga. (Shahram Heshmat. 2011).
“A las industrias no les importa la salud de la gente. Siguen invirtiendo recursos para que se hagan adictos para ganar más dinero. El interés económico tiene más prioridad que la salud pública” (DW documental).
Resumen:
La publicidad busca promocionar a una empresa, sus productos o servicios. La publicidad de la industria alimentaria busca exactamente lo mismo.
Ya que los humanos tenemos apetencia por los alimentos dulces, salados y grasosos, la industria alimentaria los combina en sus productos (dulce + grasa o salado + grasa) y su publicidad se encarga de promocionarlos.
Ingerir estos sabores produce placer. Hay una pulsión subconsciente que nos atrae a ingerirlos. Somos vulnerables a ellos. Resistir la tentación de esta publicidad en ciertas condiciones (teniendo hambre, por ejemplo) es extraordinariamente difícil. Ya que requiere técnicas de autocontrol muy eficientes. Las cuales están ausentes en las personas con exceso de peso.
Y las estrategias de mercadeo se dirigen, en gran medida, a los niños, para que se habitúen a esos sabores a edades tempranas. Esto juega un papel importante en la selección de alimentos en los años posteriores. Ya que inducen comportamientos que pueden resultar en patrones de consumo poco saludables, que, a su vez, pueden asociarse con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad y su persistencia en el futuro.
Las políticas públicas para el control de la obesidad incluyen reglas muy específicas en cuanto a la publicidad de la industria alimentaria.

En promedio, las bebidas azucaradas contienen entre 140 y 150 calorías y entre 35,0 y 37,5 g de azúcar por porción de 12 onzas.

Las bebidas azucaradas promueven la obesidad debido a su alto contenido de azúcar añadido; su presentación líquida que produce baja saciedad; y a una reducción compensadora incompleta en la ingesta de energía en las comidas posteriores (después de la ingesta de calorías líquidas) (Vasanti S Malik, et al. 2013).
Un metanálisis de estudios de cohorte encontró que cada porción diaria de incremento en el consumo de bebidas azucaradas se asociaba con un aumento de peso de 0,12 kg (0,26 lb) en 1 año entre los adultos, y un aumento del índice de masa corporal de 0,05 kg/m2 en 1 año entre los niños (Vasanti S Malik, et al. 2022).
La eliminación de las bebidas azucaradas de la dieta podría ser una forma eficaz de prevenir el aumento de peso relacionado con la edad (Vasanti S Malik, et al. 2013).
Los estudios también sugieren la necesidad de estrategias específicas para reducir el consumo de bebidas azucaradas entre poblaciones de alto riesgo, en particular los niños que ya tienen sobrepeso, para prevenir un mayor aumento de peso y resaltar la importancia de estrategias sostenidas (Vasanti S Malik, et al. 2013).
No es de extrañar que La Asociación americana del Corazón, La Academia americana de Pediatría y el Comité de revisión técnica de las Guías dietéticas US 2010 hayan pedido reducir la ingesta de bebidas azucaradas para ayudar a prevenir la obesidad y mejorar la salud en general (Vasanti S Malik, et al. 2013).
Resumen:
Una lata pequeña (12 Oz) de refresco tiene cerca de 150 calorías. Cada vaso de jugo de frutas azucarado industrial tiene cerca de 200 calorías.
Para algunas personas los refrescos y bebidas endulzadas son una importante fuente de calorías en la dieta. Y más calorías es más ganancia de peso.
El consumo per cápita de refrescos en Méjico es de 144 litros al año.
El 73% de la población Mejicana tiene exceso de peso.
Hay que preferir beber agua o bebidas sin calorías. Y eliminar el consumo de refrescos y bebidas dulces.

Según el nivel de actividad física (NAF) en humanos, el sedentario o ligeramente activo se caracteriza por:
- Tienen una ocupación que no demanda mucho esfuerzo físico.
- No requieren caminar largas distancias.
- Generalmente usan vehículos de motor para movilizarse.
- No realizan ejercicio ni participan activamente en deportes.
- Pasan su tiempo de recreación y placer generalmente sentados o parados, con pocos desplazamientos corporales (ejemplo: hablando, leyendo, viendo TV, escuchando radio o usando computadora).
Esta clasificación aplica al trabajo en oficina y en las labores domésticas del hogar. (MINPPAL INN 2018)
En Venezuela:
- Hay más sedentarios en las mujeres que en los hombres (74.6 vs 63.2%).
- Hay más sedentarios en los estratos sociales IV y V.
- Hay más sedentarios en las edades extremas (niños menores de 6 años, y adultos mayores de 60 años).
- Hay más sedentarios en la regiones capital, zuliana y sur de Venezuela.

En Venezuela, en profesionales, técnicos y personas en ocupaciones afines la tasa de sedentarismo alcanza al 80%; y en gerentes, administradores, directores y otros funcionarios de categoría directiva llega al 90% (Maritza Landaeta-Jiménez. 2012)

Las personas que realizan actividad física ligera, en Venezuela, tienen conductas típicas sedentarias:
El 92,4% de la muestra realizó alguna de las siguientes actividades:
- Ver televisión (92,1%) (116 a 125 minutos/día)
- Sentarse a conversar con amigos (80,5%) (74 a 83 minutos/día)
- Hablar por teléfono (74,8%) (31 a 38 minutos/ día)
- Computadora e internet (52,6%) (77 a 90 minutos/día)
- Lectura, (47,2%) (36 a 43 minutos diarios).
(Betty Méndez-Pérez, y cols. 2017)
Según datos del the NHANES-I Epidemiologic Follow-up Study (1971-1975 to 1982-1984), evaluando el nivel (bajo, medio o alto) de actividad física recreacional autoreportada en 3515 hombres y 5810 mujeres de 25 a 74 años, y su impacto sobre el peso a 10 años, se determinó que la actividad física autoreportada fue inversamente relacionada al peso corporal. Los adultos con baja actividad física recreativa informada aumentaron más de 13 kgs de peso en los 10 años previos (D. F. Williamson, et al. 1993).
Una revisión sistemática con 638 mil adultos con obesidad y un meta análisis con 111. 851 adultos con obesidad demostraron una asociación significativa entre obesidad, comportamiento sedentario (OR 1.45, 95% CI, 1.21 -1.75) e inactividad física (OR 1.52, 95% CI, 1.23 -1.87).
- Comportamiento sedentario: conducta de bajo gasto energético (1.5 METs)
- Inactividad física: cantidad insuficiente de actividad física moderada a vigorosa
(Erika Aparecida Silveira, et al. 2022).
Para algunos autores, en la sociedad moderna, la principal causa de la obesidad es el bajo gasto calórico debido al acceso a nuevas tecnologías que permiten evitar el trabajo muscular ya sea durante las horas de trabajo o de recreación (Aida-Souki, y cols. 2018).
Resumen:
Uno de los principales determinantes del gasto de energía es la actividad física.
Por ello las personas sedentarias o ligeramente activas tienen mayor riesgo de ganancia de peso.
Más del 60% de los hombres en Venezuela y más del 70% de las mujeres son sedentarios.
La actividad física tiene un papel fundamental en el desarrollo y el tratamiento de la obesidad.

Una revisión de 50 estudios epidemiológicos encontró una “asociación significativa entre sueño corto (dormir menos de 6 horas x noche) y riesgo incrementado de obesidad” (Guglielmo Beccutia. 2011).
Un meta-análisis de 18 estudios sugiere una elevación del riesgo de obesidad en 55% en personas que duermen menos de 5 horas {Obesity odds ratio (OR) of 1.55 (1.43–1.68; P < 0.0001)}. (Guglielmo Beccutia. 2011).
Pareciera que la duración del sueño tuviera una dosis efecto: Por cada hora adicional de sueño se reduce el índice de masa corporal en 0.35 kg/m2 (Guglielmo Beccutia. 2011).
Al evaluar a 2459 individuos del the 2015–2016 NHANES, en quienes se compara aquellos con sueño corto (menos de 7 horas) con aquellos que duermen más de 7 horas se encuentra:
- Riesgo de sobrepeso: 95% elevado.
- Riesgo de obesidad: 47% elevado
(Qing Li. 2021).
Resumen:
Dormir un número suficiente de horas influencia de forma beneficiosa el cerebro y el sistema nervioso autónomo. En el hipotálamo se producen sustancias que disminuyen el apetito (incluso el hambre emocional) e incrementan la saciedad.
Dormir un número suficiente de horas pareciera contribuir a reducir el peso.
Dormir un número insuficiente de horas pareciera contribuir al aumento del peso.

Un trabajo reciente demuestra una reacción retardada, inesperada, que ocurre al exponer una presa a un depredador. 24 horas después de la reacción de miedo inicial, se duplica la ingesta de alimento, a predominio de alimentos ricos en grasa (In-Jee You, et al. 2023).
Se conocen las rutas neuronales, las zonas del hipotálamo y los péptidos opioides implicados en este fenómeno experimental de hambre emocional o hedónica.

“En las personas con obesidad, el hambre hedónica (cerebro emocional que responde a estímulos hedónicos) predomina sobre el hambre metabólica (cerebro metabólico o energético que responde ante estímulos fisiológicos específicos”) (M. C. Claudia. 2019).
Casi la mitad de las personas (el 48.8%) consumen alimentos por razones emocionales (cuando sienten nerviosismo, ansiedad, estrés, tristeza y preocupaciones). Más las mujeres (59.9%) que los hombres. Más las personas con obesidad que las que tienen sobrepeso.
(Nisadó Paloma, y cols. 2016).
Para algunas personas un tipo de emoción particular genera una respuesta conductual que incluye la ingesta de alimento. Esas personas cuando están tristes comen para alegrarse. Cuando están estresadas comen para relajarse. Cuando tienen preocupaciones comen para dejar de pensar en los problemas. Cuando están cansadas comen para energizarse. Y algunas personas cuando están aburridas comen para distraerse (C. Last. 2000).
Hasta el 28% de las personas con obesidad tienen elevada puntuación en la escala de ansiedad. En la clasificación de la obesidad según el fenotipo fisiopatológico del Programa de Medicina de Precisión para la obesidad de la Clínica Mayo esos pacientes se clasifican como de hambre emocional (Acosta Andrés, et al. 2021). Y reciben tratamiento con psicoterapia motivacional mindfulness para incrementar la regulación emocional, mejorar la autoeficacia, el establecimiento de metas, la automonitorización y el control de estímulos alimentarios. (Cifuentes Lizeth, et al. 2023)

La psicología de la obesidad identifica cada perfil psicológico (hedonista, impulsivo, evasivo, triste -vigorizador- y ansioso) para individualizar su intervención con psicoterapia con apoyo emocional y psicológico (C. Last. 2000).
Resumen:
Muchas personas comen sin sentir hambre. Probablemente esta situación es más frecuente en las mujeres y en las personas con exceso de peso.
Comen para sentir alegría, para relajarse, para despreocuparse, para sentir energía o para distraerse.
Esas son algunas de las emociones que inducen a las personas a comer sin hambre.
Las personas con exceso de peso también tienen puntuaciones superiores en la escala de ansiedad, de depresión, de atracones y de malestar con su cuerpo.
Este es el mundo de acción de la psicología de la obesidad.

La microbiota intestinal humana es un ecosistema dinámico y complejo compuesto por protozoarios, hongos, virus y bacterias. Las bacterias predominantes, en más del 90% son del filum: Bacillota (ex-Firmicutes) and Bacteroidota (ex-Bacteroidetes). Y en menor proporción Actinomycetota (ex-Actinobacteria), Pseudomonadota (ex-Proteobacteria), Fusobacteria, y Verrumicrobia. Ellas fermentan la fibra dietética y los azúcares resistentes, y producen ácidos grasos de cadena corta (SCFSs: acetato, propionato y butirato) que tienen un efecto beneficioso sobre la regulación de la glucosa, el metabolismo de los lípidos y la inflamación. (Colangeli Luca, et al. 2023)
Estudios realizados en humanos y en animales demuestran que la obesidad está estrechamente vinculada a la Microbiota intestinal alterada (Wu Dan, et al. 2022). La microbiota en los humanos con obesidad se caracteriza por una mayor abundancia de bacillota y una reducción de la cantidad de Bacteroidota, en comparación con las personas con peso normal (Colangeli Luca, et al. 2023), (Massier l, et al. 2020).
La Microbiota intestinal alterada también produce metabolitos derivados de los microbios y componentes estructurales tales como ácidos grasos de cadena corta (SCFA), lipopolisacáridos (LPS) y peptidoglicanos, que pueden actuar como factores centrales en la génesis de la inflamación, la resistencia a la insulina y la obesidad.

La dieta occidental puede alterar la composición y la función microbiana intestinal. Esto se asocia con inflamación intestinal, disfunción de la barrera intestinal e incremento de la permeabilidad intestinal. Como consecuencia se producen algunas patologías como la obesidad (Massier l, et al. 2020).

Un estudio con más de 800 individuos demuestra que la microbiota intestinal puede explicar una variación del índice de masa corporal (IMC) del 2.74% (Wu Dan, et al. 2022).
Hay un importante cuerpo de evidencia que parece sugerir que las bacterias intestinales juegan un rol importante en la iniciación y el mantenimiento de la obesidad.
Resumen:
La Microbiota o flora intestinal juega un papel determinante en la salud del intestino. Pero también en la aparición y el mantenimiento de la obesidad.
En el intestino debe existir un balance en la cantidad de las diferentes familias de bacterias. Un desequilibrio en la cantidad de las bacterias de algunas familias (↓bacteroidetes y ↑firmicutes) se asocia con la producción de algunas sustancias que al pasar a la sangre provocan alteraciones en la regulación de la inflamación, del depósito de grasas y del metabolismo de la glucosa.
De esta manera la Microbiota intestinal alterada se convierte en un factor contribuyente adicional en la fisiopatología de la obesidad.

Obesógenos:
Los “Obesogenos” son definidos funcionalmente como sustancias químicas que promueven la obesidad después de su exposición en vivo (Xiao-Min Ren, et al. 2020).
Los obesógenos son sustancias químicas que inducen la obesidad al:
- Estimular la diferenciación y el tamaño y el número de los adipocitos.
- Alteran la regulación endocrina del desarrollo del tejido adiposo.
- Alteran la sensibilidad a la insulina en diferentes órganos.
- Alterar los puntos de ajuste metabólicos, la velocidad metabólica basal y la homeostasis energética.
- Cambian la regulación hipotalámica del apetito y la saciedad.
(Archisman Mahapatra, et al. 2021).

La exposición a algunos químicos ambientales obesogénicos durante las ventanas críticas del desarrollo puede contribuir al incremento acelerado en la incidencia de obesidad. (Heindel JJ. 2019).

Los principales obesógenos son:
- Antimicrobianos: Triclosan, Parabenos.
- Compuestos biogénicos: Isoflavones (genistein, daidzein), Nicotine, Permethrins.
- Reactantes y productos intermediarios: Dioxin, Nonylphenol, Acrylamide, Bisphenol A(BPA), Perfluorooctanoic acid (PFOA), Tributyltin, Benzo(a)pyrene.
- Retardantes de llama: Tetrabromobisphenol A (TBBPA), Polybrominated diphenyl ethers (PBDE), Firemaster 550.
- Aditivos alimentarios y materiales de contacto: Monosodium glutamate, Tributyltin, High fructose corn syrup, nonmetabolizable sugars.
- Ingredientes de productos para el hogar: Acrylamide, di(2-ethylhexyl) phthalate (DEHP), Tributyltin, Triclosan, Bisphenol A diglycidyl ether (BADGE), Parabens.
- Industrial additive: di (2 ethylhexyl) phthalate (DEHP), dibutyl phthalate (DBP),Tributyltin, Persistent Organic Pollutants (POPs).
- Investigación médica o veterinaria: Acrylamide, Bisphenol A diglycidyl ether (BADGE), Butyl benzyl phthalate (BBzP), Neonicotinoid Insecticide -imidacloprid, Permethrins, Tetrabromobisphenol A (TBBPA), Tributyltin, Diethylstilbestrol, Thiazolinedione antidiabetics (rosiglitazone), Tricyclic antidepressants (amitrriiptyline, Miratazapine), Selective serotonin uptake inhibitors.
- Metabolitos: Butyl benzl phthalate (metabolite of BBzP), Mono-(2-ethylhexyl) phthalate (metabolite of DEHP), Butyl phthalate (metabolite of DBP), o, p’DDE (metabolite of DDT).
- Metales pesados: plomo, Arsenico, Cadmium.
- Productos para el cuidado personal/ cosméticos: Perfluorooctanoic acid (PFOA), Perfluroooctane sulfonate (PFOS), butyl paraben, methyl paraben, di (2- ethylhexyl) Phthalate (DEHP), dibutyl phthalate (DBP), triclosan.
- Pesticidas y fungicidas: di (2-ethylhexyl) phthalate (DEHP), Dibutyl phthalate (DBP), Methyl paraben, Perfluorooctane sulfonic acid (PFOA), triclosan, Parathion, Organophosphate Pesticides (Diazinon, Chlorpyrifos) Imidacloprid, Triflumizole, Zoxamide, Quinoxyfen, Fludioxonil, Organochlorine Pesticides (Dichlorophenyltrichlorethane (DDT), Hexachlorobenzene (HCB), Lindane), Pyrethroid Pesticides (Permethrin, Deltamethrin), Phenylpyrazole Pesticide (Fipronil), Fungicide (Pyraclostrobin).
- Plásticos/ cauchos: Octyl phenol, acrylamide, Bisphenol A(BPA), Bisphenol A diglycidyl ether (BADGE), Bisphenol S, di(2-ethylhexyl) phthalate (DEHP), Perfluorooctanoic acid (PFOA), Tributyl tin, Triclosan.
- Solventes: Dibutyl phthalate (DBP).
- Contaminantes del aire: Poly Aromatic Hydrocarbons (PAH), PM 2.5.
(Heindel JJ. 2019).
Algunos de los disruptores endocrinos obesogénicos tienen una vida media corta de horas o días (ptalatos, BPA y el triclosan). Otros tienen una vida media larga de años o décadas (DDT, PCBs, PBDes y PFASs). (Yang C, et al. 2018).
¿Cuán expuestos estamos a los obesógenos?
Un estudio con 662 adultos holandeses encuentra en orina: 3 Bisfenoles, 4 parabenos y 8 metabolitos de ptalatos en el 84- 100% de las muestras. (Thomas P. van der Meer, et al. 2020).
Un estudio realizado en mujeres españolas encuentra más de 110 sustancias químicas con efecto disruptor endocrino obesogénicos en la grasa y en el tejido mamario:
- 17 pesticidas organoclorados.
- 37 bifenilos policlorados.
- 10 bifenilos policlorados hidroxilados y semejantes a dioxinas.
- 15 dioxinas y furanos.
- 8 bifenilos polibromados.
- 11 esteres de bifenilos polibromados.
- 2 alquilfenoles.
- 6 derivados fenólicos.
- 4 parabenos.
- Metales pesados.
(Olea, Nicolás. 2019)
En un estudio con 2838 participantes de 6-19 años de edad:
- Los niveles de BPA en orina (promedio): 2.8 ng/mL
- A mayor concentración urinaria de BPA hubo mayor prevalencia de obesidad en niños y adolescentes.
Surgen algunas preguntas de este fenómeno ¿Ello se debe a una elevada ingesta de comidas ricas en BPA? ¿O a mayores depósitos adiposos de BPA? (Trasande L. 2012).
Se piensa que “la reducción a la exposición de obesógenos puede contribuir a reducir la obesidad en la población, especialmente durante las etapas tempranas de la vida” (Lobstein Tim, et al. 2021).
Algunas recomendaciones para minimizar la exposición a disruptores endocrinos:
- Es preferible optar por alimentos frescos en lugar de procesados y comidas enlatadas.
- Es preferible optar por alimentos libres de químicos añadidos.
- Reducir el consumo de alimentos enlatados.
- Los envases de plástico se pueden sustituir por vidrio o cerámica.
- Los alimentos en recipientes de plástico no deben calentarse en el horno microondas.
- Se debe reducir el consumo de lácteos grasos o productos cárnicos grasos.
- Procurar evitar adherentes (teflón) en los utensilios de cocina (como sartenes). Ácido perfluorooctanoico (PFOA) que se usa para fijar el antiadherente.
- Leer bien las etiquetas de los cosméticos y de los productos de limpieza.
- Productos como maquillaje, perfumes y cuidado de la piel deben estar libres de ftalatos, parabenos, triclosán y otros productos químicos.
- Es preferible optar por productos de limpieza del hogar ecológicos.
- Deben evitarse los muebles tratados con retardantes de llama.
- Los ambientes interiores deben ventilarse periódicamente.
- Se prefieren alternativas a los juguetes de plástico.
- No usar insecticidas en la casa y alrededores.
(Lobstein Tim, et al. 2021).
Resumen:
Estamos expuestos cada día a cientos o miles de sustancias químicas. Muchas de esas sustancias tienen un efecto perjudicial sobre nuestras hormonas (efecto disruptor endocrino).
Un grupo más pequeño de estas sustancias químicas con efecto endocrino también tienen un efecto estimulante del peso (obesogénico).
Algunas de estas sustancias obesogénica tardan pocas horas o días en nuestro cuerpo. Otras tardan años y décadas en nosotros. Estas sustancias químicas obesogénicas se encuentran en nuestros tejidos, en la sangre, en la grasa de nuestro cuerpo y en la orina.
Es imposible reducir a cero la exposición a estos obesógenos. Tampoco podemos extraer el 100% de ellas de nuestros tejidos.
Pero sí podemos reducir la exposición futura a los disruptores endocrino obesogénicos. Ello puede reducir el riesgo de aumento de peso.

Los alimentos ultraprocesados: son formulaciones industriales de alimentos que han sido sometidos a intensos procesos industriales físicos, químicos o biológicos (p. ej., hidrogenación, moldeado, extrusión, preprocesamiento por fritura) o que contienen sustancias industriales que no se encuentran habitualmente en las cocinas domésticas (p. ej., maltodextrina, aceites hidrogenados o almidones modificados), aditivos cosméticos (p. ej., colorantes, emulsionantes, edulcorantes artificiales) o agentes aromatizantes. (Touvier Mathilde, et al. 2023). Son preparados industriales compuestos principalmente de sustancias químicamente modificadas extraídas de los alimentos, junto con aditivos químicos para mejorar el sabor, la textura, la apariencia y la durabilidad, con mínimo o ninguna inclusión de alimentos integrales. (Melissa M Lane, et al. 2024).
Los alimentos ultraprocesados abarcan una amplia gama de productos listos para el consumo. (Melissa M Lane, et al. 2024). Los ejemplos incluyen refrescos carbonatados, chocolate y barras energéticas, fideos instantáneos, sopas deshidratadas, nuggets de pescado y pollo, comidas en polvo o “fortificadas” y sustitutos de la carne que contienen sustancias como aislados de proteínas o aditivos que modifican el color y los sabores. (Touvier Mathilde, et al. 2023). También snacks dulces o salados, enlatados, confitería, panes y bollos envasados, productos cárnicos reconstituidos y preparados congelados o platos no perecederos. (Fernanda Morales-Berstein, et al. 2023).
El consumo de alimentos en todo el mundo muestra un cambio hacia una dieta global ultraprocesada (Melissa M Lane, et al. 2024). Desde la década de 1990, las ventas de alimentos ultraprocesados en la mayoría de los países han aumentado (principalmente en los países de ingresos bajos y medianos) o se han mantenido altas. El mayor consumo se da en Estados Unidos (58% del aporte energético diario) y el más bajo en Colombia (16%). (Touvier Mathilde, et al. 2023)

Los alimentos ultraprocesados se comercializan generalmente de forma agresiva, con envases atractivos que incluyen personajes de animales y dibujos animados, imágenes y declaraciones relacionadas con la salud. Aunque los estudios sobre el efecto del embalaje y la comercialización son limitados, pueden fomentar un consumo excesivo (Touvier Mathilde, et al. 2023)
Hay una asociación directa entre una mayor exposición a alimentos ultraprocesados y mayores riesgos de mortalidad por todas las causas, mortalidad cardiovascular, mortalidad relacionada con enfermedades, trastorno mental, enfermedad de Crohn, obesidad, y diabetes tipo 2 (dosis-respuesta) (Melissa M Lane, et al. 2024).


El consumo de alimentos ultraprocesados está positivamente asociado a mayor adiposidad (mayor peso e índice de masa corporal, mayor circunferencia de cintura, y mayor relación cintura cadera. (Morales-Berstein Fernanda, et al. 2023)
Una revisión sistemática de la bibliografía concluye que los alimentos ultraprocesados están relacionados con la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2. (Grinshpan LS, et al. 2023)
Los mecanismos obesogénicos que vinculan el consumo de alimentos ultra procesados con el desarrollo de la obesidad no se conocen completamente, pero se relacionan principalmente con su composición, asequibilidad, accesibilidad y agresividad del marketing: (Ferreira SR, et al. 2024).
- Los alimentos ultra procesados están hechos de fuentes de nutrientes baratas (es decir, aceite de palma y jarabe de maíz con fructosa), proporcionando un perfil de nutrientes desequilibrado (bajo en proteínas y fibra), y contribuyendo a una condición que ha sido más frecuentemente encontrada en América Latina: obesidad asociada a desnutrición.
- Estos alimentos están diseñados para ser hiper palatables, lo que lleva a menos saciedad y mayor consumo en comparación con productos no procesados o mínimamente procesados.
- Los refrigerios ricos en grasas o azúcares reconfiguran los circuitos de recompensa cerebral, disminuyendo la preferencia por alimentos bajos en grasa y promoviendo el comer en exceso.
- La ingestión de sustancias neoformadas y materiales que migran del material de empaquetado que actúan como disruptores endocrinos.
- Las perturbaciones de la microbiota intestinal y los perfiles metabolómicos provocados por los numerosos aditivos industriales contenidos en los alimentos ultraprocesados.
Otros mecanismos patológicos de los alimentos ultraprocesados: Ricos en sal; Ricos en densidad calórica; Hiperpalatables; No perecederos; Fáciles de usar; Baja calidad nutricional; Pobres en fibra; Pobres en antioxidantes; Contienen disruptores endocrinos (p ej: BPA); Contienen productos finales de glicosilación avanzada alimentarios; producen disfunción endotelial; generan disbiosis de la Microbiota; Alta respuesta glicémica; provocan estrés oxidativo e inflamación crónica (Grinshpan LS, et al. 2023).

La evidencia existente es lo suficientemente sólida como para justificar acciones inmediatas de salud pública para ayudar a los ciudadanos a identificar los alimentos ultraprocesados y limitar su exposición (Touvier Mathilde, et al. 2023)
Un obstáculo clave para implementar políticas públicas para cambiar los entornos obesógenos, particularmente dirigidos a limitar y regular la disponibilidad y publicidad de los productos ultraprocesados, favoreciendo la disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables, ha sido los intereses comerciales de la industria de alimentos no saludables y su influencia en las agencias y políticas gubernamentales. Esto ocurre igualmente en países desarrollados y en desarrollo; Sin embargo, el impacto negativo general y la vulnerabilidad son mayores en Países en desarrollo como los de América Latina (Ferreira SR. 2024)
Es hora de informar a los consumidores sobre efectos adversos del consumo de los alimentos ultraprocesados e instar a los gobiernos a adoptar medidas estructurales ambiciosas y decisivas para que los alimentos saludables y menos procesados sean la opción más fácil (Touvier Mathilde, et al. 2023)
Las políticas públicas para reducir su consumo no pueden esperar. La salud de todos está en juego. Se deben utilizar regulaciones fiscales, de mercadeo y de etiquetado para transformar el sistema alimentario actual y facilitar un cambio dietético que se aleje de los alimentos ultraprocesados en toda la población (Touvier Mathilde, et al. 2023)

El costo social de la obesidad es enorme. El exceso de peso y sus enfermedades relacionadas son causantes de grandes costos sanitarios y económicos.
- El exceso de peso es responsable de una reducción en la esperanza de vida de 2,7 años en los países de la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE).
- El tratamiento de las enfermedades relacionadas con el sobrepeso cuesta, en promedio, el 8,4% de los presupuestos de salud de estos países.
- La carga de enfermedades causadas por el sobrepeso también tiene un impacto en la economía en general: una reducción en el tamaño de la fuerza laboral y en la productividad que afecta el PIB y conduce a un aumento de la presión fiscal.
(Yevgeniy Goryakin, et al. 2019).
Tenemos libre albedrio. Y somos dueños de nuestro destino. Pero muchas de nuestras “elecciones” alimentarias están determinadas por el entorno. Este entorno obesogénico puede ser más persuasivo y poderoso que la fuerza de voluntad. A pesar de ello muchos de nuestros responsables políticos y médicos siguen erróneamente creyendo que los individuos tienen más control sobre sus elecciones de lo que realmente es el caso.
El modelo de la “fuerza de voluntad” está desvirtuado y, en consecuencia, se requiere una acción política más efectiva.
El tratamiento de las personas con obesidad se basa en programas específicos de pérdida de peso y de apoyo individual. Pero la prevención exitosa de la ganancia de peso primaria o la reganancia de peso secundaria también debe ser respaldada por un ambiente que no fomente el consumo excesivo.
(Jebb and Aveyard. 2023).
Las primeras sugerencias de políticas públicas aplicadas al exceso de peso surgieron en el 2013 en la Conferencia de Bellagio sobre opciones de programas y políticas para prevenir la obesidad en los países de ingresos bajos y medios.
Las recomendaciones, es ese entonces, de the Rockefeller Foundation’s Bellagio Center fueron:
- Etiquetado frontal en el paquete
- Restricciones al marketing
- Mejoras en los estándares y opciones de alimentación escolar
- Mejoras en los alimentos y bebidas disponibles en otras instituciones públicas
- Impuestos y subsidios a los alimentos
- Otras herramientas económicas (incentivos económicos)
- Mejoras en el suministro de alimentos
- Cambios en el entorno minorista
- Comida más saludable ofrecida en restaurantes, vendedores ambulantes y otros lugares fuera de casa
- Esfuerzos voluntarios corporativos
- Información, educación e iniciativas comunitarias
(B. Popkin, et al. 2013).
Esta iniciativa se basa en marcos desarrollados previamente para políticas alimentarias y es coherente con la lista de opciones políticas incluidas en el Plan de Acción Mundial de la OMS para la Prevención y Control de enfermedades no transmisibles (2013-2010). Aunque se presenta principalmente en un contexto de obesidad a los efectos de la reunión de Bellagio, es igualmente aplicable a la prevención de las principales enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta.
(Hawkes, et al. 2013)
Así surge la iniciativa NUTRIRSE (NOURISHING). Ella se basa en el entendimiento de que la política alimentaria para prevenir la obesidad debería apuntar a mejorar las conductas dietéticas:
- Mejorando la disponibilidad, asequibilidad y aceptabilidad de dietas saludables
- Disminuyendo la disponibilidad, asequibilidad y aceptabilidad de dietas no saludables


N: Nutrition Label. Normas y regulaciones sobre etiquetas nutricionales en el uso de reclamaciones y reclamaciones implícitas sobre alimentos. p.ej. Listas de nutrientes (etiquetado nutricional) en los paquetes de alimentos; claramente visible “interpretativo” y etiquetas de calorías; menú, etiquetas en los estantes; Normas sobre declaraciones de nutrientes y propiedades saludables.
O: Offer. Ofrecer alimentos saludables y establecer estándares en instituciones públicas y otros entornos específicos p.ej. Programas de frutas y hortalizas; estándares en educación, trabajo, instalaciones de salud; esquemas de premios.
U: Use. Utilizar herramientas económicas para abordar la asequibilidad de alimentos. Incentivos de compra. p.ej. Subsidios específicos; promociones de precios en el punto de venta; precios unitarios; impuestos a los alimentos relacionados con la salud.
R: Restrict. Restringir la publicidad de alimentos y otras formas de promoción comercial p.ej. Restringir en los niños la publicidad que promueva dietas poco saludables en todas las formas de medios; promociones de venta; embalaje; patrocinio
I: Improve. Mejorar la calidad del suministro de alimentos. p.ej. Reformulación; eliminación de grasas trans; reducir la densidad de energía de alimentos procesados; límites en el tamaño de las porciones.
S: set Establecer incentivos y reglas para crear una vida saludable en el entorno minorista. p.ej. Incentivos para que las tiendas se ubiquen en áreas desatendidas; planificación de restricciones a los puntos de venta de alimentos; promociones en la tienda
H: Harness. Aprovechar la cadena de suministro y las acciones en todos los sectores para garantizar la coherencia con la salud. p.ej. Incentivos de la cadena de suministros para la producción; contratación pública a través de cadenas “cortas”; políticas de salud en toda la cadena; estructuras de gobernanza para los múltiples sectores comprometidos
I: Inform. Informar a la gente sobre alimentación y nutrición a través de la concientización pública p.ej. Educación sobre pautas dietéticas basadas en alimentos, medios de comunicación, mercadeo en redes sociales; Campañas de información pública y comunitaria.
N: Nutrition. Asesoramiento nutricional y asesoramiento en salud en los entornos de atención, p. ej. Asesoramiento nutricional para personas en riesgo; asesoramiento y soporte telefónico; directrices clínicas para profesionales de la salud sobre intervenciones efectivas para nutrición
G: Give. Dar educación y habilidades nutricionales, p. ej. Nutrición, habilidades de cocina/producción de alimentos en los planes de estudio educativos; planes de salud en el lugar de trabajo; programas de alfabetización sanitaria
Esta iniciativa NUTRIRSE (NOURISHING) reconoce la importancia de encontrar un equilibrio entre proponer soluciones demasiado prescriptivas a nivel global que puede no ser eficaz en todos los países y poblaciones, con demandas a nivel nacional de políticas claras y orientaciones específicas sobre políticas eficaces.

Nutrición saludable (NOURISHING):
El marco NOURISHING es una herramienta diseñada para poner en práctica un conjunto integral de acciones políticas para promover eficazmente una alimentación más saludable. Consta de 10 áreas claves de políticas dentro de tres dominios: medio ambiente alimentario; sistema alimentario; y cambio de comportamiento y comunicación, que constituyen un enfoque de la política de nutrición.
Actividad física saludable (MOVING):
El marco de políticas públicas para la actividad física (MOVING) sigue una estructura y principios similares. El marco consta de seis áreas de políticas en tres áreas o dominios: sociedades activas; entornos activos; y gente activa, que ponen en práctica un enfoque integral de las políticas que promueven la actividad física.

Sociedad activa:
M: Make. Ofrecer oportunidades e iniciativas que promuevan la actividad física en las escuelas, la comunidad y el deporte y la recreación.
O: Offer. Ofrecer oportunidades de actividad física en el lugar de trabajo y entrenamiento en promoción de la actividad física en múltiples profesiones.
Ambiente activo:
V: Visualise. Visualizar y promulgar estructuras y ambientes que promuevan la actividad física.
I: Implement. Implementar infraestructura de transporte y oportunidades para fomentar sociedades activas.
Gente activa:
N: Normalise. Normalizar e incrementar la actividad física a través de comunicaciones públicas que motivan y construyan habilidades de cambios de conducta.
G: Give. Dar entrenamiento en actividad física, asesorías y consejos en los entornos de educación médica.
(Ioana Vlad, et al. 2023).
La carga de las enfermedades no transmisibles (ENT) y el sobrepeso y la obesidad siguen creciendo a un ritmo alarmante tanto a nivel mundial como en Europa. Esto a pesar de las medidas tomadas hasta el momento.
En Europa se están fomentando políticas públicas en el marco de las iniciativas NOURISHING y MOVING. Estas son un conjunto integral de acciones políticas en 6 dominios y 16 áreas en las que los gobiernos nacionales deberían tomar medidas para promover dietas saludables y actividad física. La aplicación, monitorización y comparación de estas políticas son importantes para evaluar su futuro impacto sobre la obesidad y la prevención de las enfermedades no transmisibles (ENT).
Se aplicarán inicialmente en 27 países europeos y están destinadas a formuladores de políticas, investigadores y sociedad civil, para seguir el progreso, desarrollar la infraestructura de investigación sobre la eficacia de las políticas de prevención de enfermedades no transmisibles a nivel poblacional, y para apoyar los esfuerzos de promoción. Las herramientas de evaluación comparativa están diseñadas para monitorear el progreso en materia de nutrición y actividad física basada en aspiraciones estándares.
Uno de los blancos de las iniciativas NOURISHING y MOVING son los adolescentes ya que estas acciones políticas apuntan o impactar a estos.
Se busca desarrollar herramientas de evaluación comparativa estructuradas en torno a las áreas de políticas de alimentación (NOURISHING) y movimiento (MOVING). Consisten en un conjunto de indicadores de las políticas que evalúan el apoyo gubernamental en la promoción de una nutrición saludable y la actividad física. Sin embargo, los progresos en la implementación de estas recomendaciones preventivas de las enfermedades no transmisibles globales son lentos y desviados.
(Ioana Vlad, et al. 2023).
A los gobiernos, en términos de salud y económicos, les conviene implementar políticas públicas para la prevención de la obesidad y sus enfermedades asociadas.
La Organización para la cooperación y el desarrollo económico tiene actualmente 34 países miembros: Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, República Checa, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Islandia, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Corea del Sur, Luxemburgo, Méjico, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Portugal, República Eslovaca.
Algunas de las políticas públicas de esta organización son:
- Políticas que influyen en los estilos de vida a través de la información y la educación, específicamente el etiquetado de los alimentos, el etiquetado de los menús, las campañas en los medios de comunicación que promueven la actividad física, la prescripción de actividad física en entornos de atención primaria y las aplicaciones móviles que promueven estilos de vida saludables.
- Políticas que amplían el número de opciones de elección saludable, específicamente programas de bienestar y sedentarismo en el lugar de trabajo, programas escolares y ampliación del transporte público.
- Políticas para regular o restringir acciones que promuevan opciones de elección no saludables. En este grupo, se modeló una política: prohibiciones legales de publicidad dirigida a niños.
Las intervenciones que abarcan a toda la población, como el etiquetado de los alimentos, el etiquetado de los menús y las campañas en los medios de comunicación, producirán los mayores beneficios para la salud, lo que se traducirá en entre 51.000 y 115.000 años de vida (AV) ganados anualmente en los 36 países incluidos en el análisis. El etiquetado de menús funciona mejor en general.
El etiquetado del menú ayudará a evitar el mayor número de cánceres anualmente en todos los países incluidos en el modelo (1 900); enfermedades cardiovasculares (ECV) (24 000); diabetes (11 000).
El efecto de las intervenciones en los años de vida ajustados en función de la discapacidad (AVAD) es mayor que en los años de vida (LY). Esto es especialmente cierto en el caso de las intervenciones dirigidas a los niños, ya que el período de modelización no es lo suficientemente largo para captar el efecto en la cohorte joven.
La mayoría de las intervenciones tendrán un impacto significativo en el gasto en salud, ahorrando acumulativamente entre 13 mil millones de dólares PPA (intervención de etiquetado de menús) y 500 millones (programas escolares) entre 2020 y 2050.
Se prevé que la mayoría de las intervenciones tendrán un impacto significativo en los resultados y la productividad del mercado laboral. Por ejemplo, 21.000 personas más tendrán empleo como resultado de la intervención en el etiquetado del menú, mientras que las campañas en los medios de comunicación ayudarán a añadir 28.000 personas más. En términos per cápita, el efecto de las campañas en los medios de comunicación se sentirá más en Estonia, donde hasta 10 personas por 100.000 obtienen empleo anualmente, que de otro modo estarían desempleadas, seguida de Bulgaria (9,8 por 100.000) y Hungría (9,1 por 100.000).
Las ganancias en el mercado laboral producidas por las intervenciones suelen ser varias veces mayores que las correspondientes reducciones en el gasto médico. Cuando se combinan los ahorros en gastos de salud y las ganancias en el mercado laboral, en la mayoría de los casos serán mayores que los costos de ejecutar las intervenciones.
Invertir en paquetes de prevención para combatir el sobrepeso es una muy buena inversión para los países. Por cada dólar PPA invertido en cuatro de nueve intervenciones, los países obtendrán un retorno de al menos 4 o 5 dólares PPA en forma de beneficio económico cada año.
La combinación de intervenciones en paquetes de prevención generará mayores beneficios. Invertir en un paquete de comunicación para mejorar las políticas que ya están en vigor en muchos países de la OCDE dará como resultado una ganancia de 205 000 LY por año en los 36 países incluidos en el análisis y ahorrará alrededor de USD 26 000 millones PPP de manera acumulativa para 2050.
También se espera que el paquete de comunicaciones prevenga casi 3.360 casos de cáncer al año en todos los países analizados (alrededor de 500 de los cuales estarán en Japón); 40 000 de derechos compensatorios (6 300 de los cuales en México); 5 100 de demencia; 27.000 de diabetes y 11.000 casos de enfermedades mentales.
Un “paquete mixto” que contenga políticas que todavía rara vez se implementan, pero que son prometedoras, producirá resultados similares (es decir, se ganarán casi 160 000 LY anualmente y se ahorrarán 23 000 millones de dólares PPP en forma acumulativa para 2050).
Un paquete de medidas para promover la actividad física producirá efectos menores, pero aún significativos, al producir una ganancia de 70 000 años de vida al año y ahorrar 17 000 millones de dólares PPA de forma acumulativa para 2050.
Los paquetes de prevención también tienen un efecto significativo en el mercado laboral y la economía. Los tres paquetes ahorrarán entre 3.500 y 5.300 millones de dólares PPA al año en costos del mercado laboral en todos los países debido a menores tasas de ausentismo, presentismo y jubilación anticipada, y a un mayor empleo.
Se prevé que todas las intervenciones tendrán un efecto positivo en la salud de la población. Se espera que las mayores reducciones absolutas se produzcan en las enfermedades cardiovasculares (ECV) y la diabetes, con hasta 700.000 casos de ECV (o 24.000 al año) y 340.000 casos de diabetes (u 11.000 al año) evitados entre 2020 y 2050
En general, el etiquetado de los menús y las campañas en los medios de comunicación se evalúan como las intervenciones más efectivas, mientras que las restricciones a la publicidad de alimentos y los programas escolares producen un impacto menor. Sin embargo, cabe señalar que las restricciones a la publicidad de alimentos y los programas escolares se dirigen a los niños y, por lo tanto, no son particularmente eficaces a corto plazo. Por lo tanto, ningún niño destinatario de estas dos intervenciones alcanzará los 50 años al final del período de simulación, lo que significa que la mayor parte de sus beneficios relacionados con la salud no se reflejan en estas cifras. El mayor impacto en el número de casos nuevos evitados, como porcentaje del total de casos nuevos, se prevé para la diabetes, con una reducción de hasta el 0,1% en el caso del etiquetado del menú y las intervenciones en los medios de comunicación.
Las intervenciones que abarcan a toda la población, como el etiquetado de los alimentos, el etiquetado de los menús y las campañas en los medios de comunicación, producirán los mayores beneficios y ahorros en materia de salud. Aunque los costos de ejecutar las intervenciones suelen ser mayores que los ahorros sanitarios resultantes, las ganancias en el mercado laboral suelen ser varias veces mayores que las reducciones en los gastos médicos. Cuando se tiene en cuenta este efecto sobre los insumos del mercado laboral, las políticas parecen proporcionar una muy buena relación calidad-precio: por cada dólar invertido en todas las intervenciones, el rendimiento total del PIB es generalmente al menos igual a su costo, y en el mejor de los casos al realizar intervenciones, puede ser 4-5 veces mayor. Finalmente, se prevé que el paquete de comunicación tendrá un mejor desempeño que los otros paquetes, al tiempo que demuestra que tiene un efecto combinado más fuerte en comparación con la implementación de las intervenciones de los tres componentes de forma independiente.
(Yevgeniy Goryakin, et al. 2019).
Un obstáculo importante que impide transformar los sistemas alimentarios para promover la salud humana y la sostenibilidad es el aumento global de la fabricación y el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF). La globalización de las corporaciones de la UPF y su actividad política corporativa organizada (CPA) están destinadas a contrarrestar la oposición y bloquear las regulaciones gubernamentales.

El poder político de la industria de la UPF representa un gran desafío para la agenda de transformación de la gobernanza alimentaria mundial y los sistemas alimentarios de salud y sostenibilidad. Se deben entender estas implicaciones para poder gestionar la influencia potencial de la Red corporativa de la UPF en la política y en las discusiones políticas en los espacios de la gobernanza alimentaria mundial, especialmente al intentar lograr un sistema alimentario mundial más justo, saludable, sostenible y equitativo.
(Scott Slater. 2024).

Un trabajo de investigación realizado con más de 120 mil profesionales de la salud, sanos, no obesos identificó los factores que promueven el aumento de peso:
El consumo de papas fritas (↑0.8 kg), papas (↑0.6 kg), bebidas azucaradas (↑0.5 kg), carnes rojas no procesadas (↑0.4 kg), carnes rojas procesadas (↑0.4 kg), (P≤0.005), y de alcohol (↑0.2 kg por bebida por día); fumar (↑2.4 kg), dormir (menos de 6 horas y más de 8 horas), y ver televisión (↑0.1 kg por hora por día).
Los factores que favorecen la reducción de peso son:
El consumo de vegetales (↓0.1 kg), cereales integrales (↓0.2 kg), frutas (↓0.2 kg), nueces (↓0.22 kg), y yogurt (↓0.4 kg) (P≤0.005). Y realizar actividad física (↓0.8 kg).
Dariush Mozaffarian, et al (2011).
El estilo de vida que ayuda a evitar el aumento de peso incluye:
- Alimentación: Preferir cereales integrales, vegetales, frutas, nueces y yogurt. Limitar la ingesta de carnes rojas y embutidos. Evitar frituras, refrescos y bebidas azucaradas.
- Actividad física: Realizar ejercicio físico. Reducir el tiempo sentado frente a una pantalla.
- Sueño: dormir entre 6 y 8 horas al día.
- Ingesta de alcohol: Limitar el consumo de alcohol.
Resumen:
Para evitar aumentar de peso se puede:
Hacer ejercicio físico aeróbico (caminata, trote, bicicleta, futbol, basket, natación, etc.) y de fuerza (máquinas, pesas, ligas, o el propio peso). Previa evaluación y autorización médica.
Ingerir una alimentación balanceada, ajustada a cada persona (bajo la guía de un nutricionista o un nutrólogo), evitando la ingesta de comida rápida, refrescos y bebidas azucaradas. Leer las etiquetas de los productos nutricionales.
Dejar de fumar.
Restringir el consumo de alcohol.
Dormir más de 6 horas al día.
Aprender técnicas para el manejo del estrés (meditación tibetana o yoga).

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